El Mirador de la Ciudad PARTE 1

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 Parte 1

Llevamos unas semanas desde que comenzamos a salir pero desde que comencé a estudiar fotografía en la Universidad hace unos 2 años y te vi por primera vez, me puse por meta salir contigo y hacerte el amor. Era viernes y habíamos quedado en salir al cine e ir a cenar. Te pase a recoger a tu departamento, te espere en el lobby del edificio sentado en la sala de espera, y ti vi bajar las gradas despacio. Vestías una pequeña falda negra de seda que se ondulaba con tus movimientos y enseñaba los muslos de tus delgadas piernas cuando se deslizaba suavemente al ritmo de tus pasos. Una luz en las gradas detrás de ti traslucía la seda y dejaba ver tu entre pierna y el contorno de tus partes íntimas, y pude percatarme que no llevabas ropa interior. También llevabas una blusa blanca de seda y un pequeño chalequito que cubría tus preciosos pechos.

Como todo un caballero te abrí la puerta del coche, un Chevrolet Challenger 10 cilindros, y al sentarte metiste tu pierna izquierda primero y te dejaste caer en el asiento dejando la pierna derecha fuera del coche abriendo tus piernas y dejándome ver tu vagina depilada y sin ningún bello, cosa más exquisita, y lucias un lindo piercing en tu clítoris que destelló al reflejo de una luz cuando lo vi.

En el cine vimos una película que nos puso algo excitados por su alto contenido sexual sin ser del todo para adultos, pero pude observar que tus piernas se movían y se apretaban constantemente. En un momento que teínas las piernas cruzadas Te puse la mano en tu muslo para acariciarte suavemente con la yema de mis dedos, inmediatamente pusiste tu mano encima de la mía y la condujiste más arriba, abriste las piernas y colocaste mi mano en te entrepierna, cerrabas y abrías tus piernas demostrando tu excitación. Poco a poco, comencé a acariciar tus labios y puse dos dedos en medio de tus labios que ya estaban muy mojados, hiciste un movimiento de cintura hacia adelante y dejaste expuesta la entrada de tu vagina a mis dedos, los cuales poco a poco los fui introduciendo con movimientos circulares, mojándolos poco a poco con tu humedad, metiendo y sacando despacio tan solo un poquito, sintiendo como fluía tu lubricación, emanando un delicioso aroma.  Tu otra mano se posó sobre mi pantalón que encarcelaba una tremenda erección de mi pene listo para follarte. Al sentir mi dureza, sacaste mis dedos de tu vagina, estaban empapados y los comenzaste a lamer con la punta de la lengua y luego a chupar uno por uno. Te acercaste a mí y me diste un beso con sabor a tus jugos vaginales, dulce néctar enloquecedor.

 Me dijiste, vamos a algún lugar más privado, y nos salimos de la sala de cine. Conduje el coche sin rumbo mientras tu abriste las piernas y las subiste al tablero del coche y echaste el respaldo un poco hacia atrás, lo suficiente para estar cómoda.


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