Una mirada y se derritieron los polos. Mercurio siempre fue un sitio encantador para dos vampiros taciturnos y sedentarios. Pegado a nosotros el gigante que nos contempla indiferente, pero nos contempla, que ya es algo. Él no sabe nada de quiénes somos y de por qué estamos aquí. Nosotros también pasamos de él, aunque sabemos de su existencia y de su poderío. Nos alimentamos de las almas en pena que curiosamernte son enviadas a esta pequeña roca a esperar una extraña y susurrante llamada que, muchas veces, pasa desapercibida. Por esa sencilla razón Mercurio es un lugar superpoblado. Dos vampiros y millones de almas sin sangre, pero con unos pecados sabrosos que sacian nuestra hambre y nos condenan aún más a permanecer unidos para siempre en un averno sin catalogar.
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