SU ESPALDA AL DESNUDO (EXTRACTO)
Por Santiago
Enviado el 04/05/2015, clasificado en Adultos / eróticos
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Ella, ya acostada sobre la cama, estaba de espaldas con la cabeza apoyada sobre los brazos que cruzados tenía y con la cara vuelta hacia él, con la manta a la altura de la cintura dejándose ver su esbelta espalda desnuda, le dijo:
-Hernán, amor mío, quizá ocurran cosas que no entiendas en Roslin y que te resulten incomprensibles, pero lo que quiero que tengas claro es que nunca tengas la menor de las dudas sobre el amor verdadero que sobre ti profeso, nunca Hernán, nunca, prométemelo-.
-De verdad a veces no te entiendo ¿a qué te refieres con eso? ¿qué ocurrirá en Roslin? Ya me dejas preocupado-.
- Nada Hernán, nada, tonterías mías, no te preocupes y ven a dormir-.
Jake se acercó hasta la cama, se sentó junto a ella, y empezó a acariciar muy suavemente la espalda de ella con la punta de los dedos, empezando desde la base del cuello bajando hasta la cintura, ella agradecida se estremecía.
Jake, seguía con sus caricias al tiempo que se iba susurrando.
-Amor mío a veces no te entiendo, pero me da igual, sé que te amo como nuca he amado a nadie, te he añorado durante tiempo, ya nada nos podrá separar nunca más-.
-¿Estás seguro de eso?-.
-Sí, muy seguro-.
-Pues quiero que lo tengas siempre en cuenta-.
-Lo dicho, ja ja ja ja ja a veces no te entiendo- dijo Jake mientras seguía acariciando con esa delicadeza y cariño la espalda de Roxanne-.
Esos gestos de amor y cariño, la mirada de ternura con la que él la observaba, fueron pasando a otro nivel, la del deseo. Destapándola totalmente, la dejó totalmente a su vista, deleitándose con la belleza de aquel cuerpo. Las caricias fueron ampliando su recorrido, pasando por la zona donde la espalda pierde su nombre y bajando por las piernas. Haciendo este recorrido repetidas veces con sus manos, ella creyó llegado el momento.
Roxanne se dio media vuelta, dejando ver sus generosos pechos a modo de ofrecimiento al tiempo que le susurró.
-Hazme tuya Hernán, es la última noche en la casa de los acantilados, y quiero que sea especial, que recuerdes que aquí sellamos nuestro amor para siempre-.
Él, sin mediar palabra alguna, se desnudó y se tumbó sobre ella. La miraba muy fijamente a los ojos, aquellos ojos que siempre le acompañaron adonde fuera que estuviese, le acariciaba el pelo rubio que tanto le gustaba también, todo en ella le gustaba. Acercó lentamente sus labios hasta sus cautivadores ojos azules como el cielo, y según su costumbre los besó ambos, tras esto posó sus labios levemente sobre los de ella, iniciando así un prolongado beso. Después empezó a besar con mucha lentitud y delicadeza todo su cuello, bajando paulatinamente sobre cualquier parte de su cuerpo, todo debía ser amado y besado. Llegó a sus tan ansiados pechos, donde se recreó debidamente. Ella gemía de excitación, aquel hombre sabía cómo amar a una mujer.
El momento subió de intensidad más aún si cabe, llegando a la zona del monte de Venus, la pasión convertida en lujuria dio lugar a una locura incontenida.
El fuego, la pasión y la lujuria se apoderó de aquellos mortales cuerpos que se fusionaron en uno sólo, el entendimiento y la complicidad eran tales que hasta el destino que los separó en una ocasión, se puso celoso y volvería a intentar separarlos otra vez. ¿Estarían ambas almas preparadas para eso?
Tras aquello, exhaustos como estaban, llegó un momento extraño, que ambos vivieron por separado y en un absoluto silencio para nada habitual para ellos. Jake, apoyada su cabeza sobre el vientre de Roxanne mientras ella le acariciaba el pelo, empezó a elucubrar sobre el viaje que a la mañana siguiente emprenderían, lo que les depararía ese futuro inmediato. Ella por su parte, sintiéndose culpable de no haber tenido el suficiente valor de decirle la total verdad.
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