Veinte minutos más tarde llegaron al restaurante. El portero le abrió la puerta.
-Buenas noches Sra Bates.
Les dirigió a la mesa.
Entraron en un pequeño comedor privado, que tenían para acontecimientos de pocas personas. Era muy acogedor.
Había poca luz y muchas velas. También estaba encendida la chimenea la cual acababa de completar el ambiente íntimo.
Se sentaron uno al lado del otro.
El camarero dio una carta a cada uno y pidieron la bebida.
-Una botella de Moët y una agua con gas por favor
-Muy bien, enseguida les sirvo.
Tom le cogió la mano por debajo de la mesa y se la acarició suavemente.
-Seguro que venias a menudo con tu marido a estos sitios tan bonitos.
-Puede... pero no me lo pasaba tan bien como contigo.
-Si no le querías.. ¿Por qué estabas con él?
Tu tenías dinero suficiente y recursos para no tener que aguantar a alguien que no te alegra la vida.
-Por eso te contraté. Para que trabajases para mi marido, y me alegrases la vida a mi.
Empezaron a besarse lentamente, pero la cosa fue en aumento.
Sarah le metió la lengua en la boca y las enlazaron formando círculos sincronizados cada vez más rápidos. La mano de Tom se posó en el muslo de ella y subió lentamente por la entrepierna. Se dió cuenta que no llevaba bragas.
Comenzó a dibujar círculos con el índice alrededor del clítoris, mientras ella le devoraba el lóbulo de la oreja suavemente con los dientes.
Al percibir la humedad y lo expuesta que estaba le introdujo el índice mientras jugaba con el pulgar y el piercing, que hoy era un aro más grande. En ese mismo instante apareció el camarero con la bebida.
Ambos tomaron posición rápidamente en la silla. Tom iba a sacar el dedo pero Sarah le apretó la mano con las piernas y le impidió hacerlo.
Les sirvió una copa de champan a cada uno y dejó la botella de agua con gas sobre la mesa.
-Voy a por la cubitera y tomaré nota de los platos.
El camarero se retiró y Tom siguió con la danza de dedos entrando y saliendo del interior de Sarah.
Ella se metió en la boca parte de la servilleta de lino para evitar gritar y se corrió.
-¡Te debía una!
Después de lo del coche mientras veníamos hacía aquí.
-Me ha encantado.
Ha sido una experiencia alucinante.
¡Cuanto morbo!
He estado a punto de pedirle al camarero que se uniera a nosotros.
-Eso si que no.
todas esas experiencias tuyas tan alucinantes son sólo para mi.
Yo también soy capaz de matar antes de compartir.
El cogió la servilleta y la mojó con el agua mineral y se la pasó a Sarah.
-¡Limpiate!
Yo también lo voy ha hacer.
Acto seguido se llevó a la boca los dedos que habían estado dentro de Sarah y los chupó como si se tratasen de un manjar.
Ella cogió la servilleta mojada y se la hundió en la entrepierna
Apareció de nuevo el camarero con la cubitera y a tomar nota de los platos.
Ambos se miraron con complicidad.
Tom exclamó
-Una vez tomados los aperitivos, vamos a cenar en serio de una vez por todas.
CONTINUARÁ......
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