La Radio (Cap.1)

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La radio está en marcha, como casi siempre. Últimamente es la mejor de nuestras compañeras, hay momentos de distracción, música y algún programa que quiere ser de humor; éstos lamentablemente son los que menos. La cruda realidad nos lleva a tener la radio en marcha porque las noticias, las malas noticias, interrumpen con demasiada frecuencia lo que deberían ser los programas habituales.

Estamos en guerra y los bombardeos, tiroteos y demás es la música que nos acompaña últimamente. En la radio, como es su obligación, no tienen más remedio que tenernos informados de lo ocurre a nuestro alrededor y demasiado cerca en nuestro caso.

La angustia es mayor porque no podemos ver, sólo oír e imaginarnos lo que sucede muy cerca nuestro y además existen muchas posibilidades de que nos ocurra a nosotros.

La imaginación nos desborda a todos y cada uno interpreta a su manera lo que la voz del locutor nos relata. Yo soy bastante joven, aún no he cumplido los diez años y mi “visión de lo que sucede en la radio” es, seguramente, bastante o muy diferente a la interpretación que hacen mis padres y abuelos.

Mi mayor obsesión es poder ver la realidad a través de ese círculo con agujas que hace de sintonizador, me conformaría que fuese en blanco y negro, como en el cine, pero como el resto de mi familia y vecinos sólo podemos echar mano de nuestra imaginación para poder “interpretar” lo que el locutor de turno nos relata de lo que ocurre en el exterior.

Una noche cuando todos duermen y la calma parece que se ha consolidado me levanto y conecto la radio. A los pocos segundos empiezo a oír una melodía preciosa y el círculo con agujas se empieza a difuminar mostrándome poco a poco una imagen en la que empiezo a distinguir una silueta. Al poco rato ya puedo ver que se trata de un señor con traje y corbata que me está mirando a los ojos y me dice:

Hola joven. ¿No deberías estar durmiendo? Mi reloj me dice que son las cuatro de la mañana.

Me ha asustado. No me esperaba esto e instintivamente he separado bruscamente la silla donde me encuentro sentado hacia atrás. Reacciono en un segundo e intento establecer una conversación con ese hombre.

Hola. Sí, tiene razón, pero es que no podía dormir y ustedes, los de ahí dentro, se han convertido en el principal centro de atención de todos. Lo que no entiendo es cómo nos podemos comunicar de una manera tan directa.

Pues muy sencillo. Por cierto, ¿cómo te llamas?

Roberto...

Pues muy sencillo Roberto, tú tenías ganas de vernos a través de este agujero, ¿no es cierto?... pero no es menos cierto que a nosotros también nos gusta conocer a quien nos escucha con tanta devoción

Vale, hasta ahí está todo muy bien, pero sigo sin entender cómo podemos estar viéndonos a través de este aparato.

Los deseos de ambos han superado las barreras que impedían este encuentro y ya ves que finalmente nos hemos podido comunicar de una forma directa y además nos estamos viendo... la gente, ya sabes, lo está pasando muy mal ahí fuera y el resto corremos el riesgo de que nos ocurra algo parecido. He aprovechado la calma de esta noche y tus deseos de “ver algo más” para comunicarme contigo y lo he conseguido. ¿Te gustaría ver un programa divertido?...

Por supuesto! Claro que sí!... pero ha dicho “ver”...

Sí. He dicho ver... y oír, claro!

Y de que se trata?

Bien, me tendrás que ayudar. No conozco tus gustos o sea que tendrás que orientarme.

Bueno, me gusta mucho el futbol, el circo... no sé, lo de cualquier niño de mi edad.

¿Te gusta el cine?

Muchísimo, pero he visto muy pocas películas.

Pues si quieres podemos ver una por este agujero y será en color, como la vida real.

Me encantaría...

Bien pues presta atención. Estoy seguro que te gustará.

En seguida la imagen del locutor desaparece y el agujero se queda momentáneamente de color negro. Poco a poco el fondo negro va tomando forma y empiezo a distinguir una pista de circo con trapecistas efectuando un número increíble de saltos y piruetas. También aparecen payasos, animales y sus domadores etc. etc.

De pronto la imagen desaparece y vuelvo a ver al locutor.

Perdona Roberto. Tengo que interrumpir esta programación porque ha pasado algo importante. La guerra ha terminado y ya no pasaremos más miedo. Lo que has visto ahora por este agujero pronto lo podrás ver en la realidad y la vida nos cambiará a todos. Felicidades! Y ahora vete a dormir. Tus padres te van a necesitar mañana.

Pero señor, me lo estaba pasando muy bien... por favor, siga

No, lo siento. Ahora he de comunicar al mundo que este infierno terminó.

¿Y no le veré más? ¿Cómo se llama?

Roberto, igual que tú pero ahora he de dejarte.

La imagen ha desaparecido. En su lugar vuelvo a ver el agujero con las agujas marcando la sintonía de la emisora que estaba... ¿viendo?

La voz que ahora emite la radio la reconozco como la de Roberto y, efectivamente, está dando la noticia que previamente me había adelantado a mí.La guerra ha terminado!!!.


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