LA APUESTA

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La apuesta

 

 

La fiesta era a las 12, habíamos quedado para empezar el botellón previo a la discoteca, ya que el alcohol dentro es caro. Eran las nueve y nos disponíamos a ver el Real Madrid- Atlético de Madrid. Cada uno apoyando a nuestro equipo y picados por lo que pudiera pasar, cuando llevábamos media hora de partido todavía iban 0-0 y parecía un partido aburrido; así que, le propuse una oferta a mi chica.

 

Si ganaba el Atleti tenía que hacerme un favor o obedecerme durante la noche, si ganaba el Madrid yo le obedecería. Ella como es orgullosa aceptó, pero no sólo si ganaba el Atleti, si no que dijo que si quedaban empate ella me obedecería. El partido parecía estar acabado ya con el 1-0 a favor del Real Madrid, pero entonces en el minuto 88, la cabeza de Miranda aparece de la nada y nos da el gol del empate, lo celebré como si hubiese ganado una Champions y así acabó el partido.

 

Ella se resignaba al principio pero al final acabó cumpliendo con su apuesta, se me ocurrió justo antes de salir que se pusiese un vestidito que le queda súper corto de piernas, por encima de medio muslo y que en el escote parece que sus pechos son de goma. En fin, un vestido con el que levantaría más de una mirada. Además, le prohibí usar ropa interior, por lo que sus tetas estarían aún más apetitosas. Nada más salir, me confiesa que siente el fresquito viento pasar entre sus piernas y que se estaba calentando nada más con pensar la cantidad de gente que iba a haber en la fiesta y lo provocativa que ella iba. Por supuesto que durante el viaje metí mi mano entre sus piernas más de una vez y ella lo único que hacía era estremecerse y dejarme que le hiciera gozar.

 

Tras el botellón, ya íbamos borrachos y calientes, y ya había visto a más de un hombre asomarse a su escote y ella mientras me miraba como diciéndome no me sueltes, se le veía caliente. Ya en la discoteca, y tras un par de bailes con mi pene refregando su culazo, ambos sabíamos cómo de calientes íbamos y cómo iba a acabar la noche. Una de esas veces que fui a rellenar la copa, la vi moviendo su culazo de un lado a otro y como varios chicos de atrás la miraban con los ojos de par en par. Mi chica sabia que le estaban mirando y provocaba más aún, fue cuando entonces llegué yo con una erección como un templo y se la pegué en el culo de nuevo. Metí mi mano por debajo de su vestido y roce con mis dedos los jugos de su sexo, estaba empapada y empecé a meter mis dedos, ella me agarraba con ambas manos de mi cuello y gemía en mi oído. Cada vez se movía más y gemía más, su vestido dejaba ya casi ver mi mano entera, de repente, noto como una mano más se une a la masturbación que le estoy dando a mi chica, cuando miro y descubro que una de sus mejores amigas estaba perreando con mi chica mientras le acariciaba el clítoris. Al poco tiempo vemos como mi chica empieza a gemir más fuerte, incluso alguno de nuestro alrededor pudo oírlo, y vemos como mi chica empieza a tener espasmos y como se le doblan las rodillas hasta caer al suelo. La levanto, la miro y me dice al oído:

 

-Te vas a enterar al llegar a casa, me lo voy a comer todo.

 

Mi chica se le notaba que todavía estaba a mil, yo sabía que no le gustaba dejármela tiesa y siempre intentaba contentarme aunque ella ya hubiese acabado. Tal que así, a las 4 y media de la mañana salimos de la discoteca para coger el taxi de vuelta a casa, yo iba bastante borracho pero aún sabía lo que pasaba.

 

El viaje de vuelta suele durar unos 30 minutos, y siempre acabamos viendo videos de You Tube por aburrimiento pero esta vez ella tuvo una idea mejor. El taxista era calvo, según su ficha de taxista tenía 36 años pero aparentaba muchos más. Según entramos, con una sonrisa en la cara, dijimos el destino y nos pusimos en camino.

Yo iba distraído mirando a la carretera pero mi chica no paraba de mirar al taxista, aunque no sabía por qué. Después de 5 minutos, miré a la derecha buscando la mirada de mi chica pero lo que me encontré fue a ella con las dos piernas subidas en el asiento y con la falda por el ombligo mientras se acariciaba su cosita. El taxista había bajado la velocidad y estaba mirando por el espejo, con lo tímida que es mi chica, si que debe de estar caliente para hacer eso, mi chica me miró con una cara de viciosilla y me puso la mano en el paquete, símbolo de que quería pene. Yo me desabroche el pantalón y ella se lanzó a por mi pene, como una posesa, lo lamía por todos lados mientras estaba a cuatro patas sobre los asientos. De repente mientras me la come, noto como abre los ojos de par en par y mira para atrás, el taxista había metido sus dedos en la vainita de mi novia que ya estaba a mil otra vez.

 

Cuando mi pene estaba ya listo para penetrarla el taxista saco sus dedos, con lo que mi novia hizo uno mueca de placer y se metió mi pene a la primera, estaba empapada. Botó varias veces bajo la atenta mirada del taxista, su agresividad avanzaba lo que estaba a punto de ocurrir. Mi chica me avisó de que no tardaría en llegar y así fue, dejándome el pene lleno de sus jugos que después de quitarse de encima chupó. Se la metió entera en la boca, acompañada de arcadas y algunas lágrimas subía y bajaba hasta que vacié en su boca todo lo reservado y ella se tragó hasta la última gota. Todo ello con el taxista en primera fila. Al llegar, el taxista no nos cobró nada, es más, nos dio las gracias por alegrarle la noche. Mientras mi chica casi sin poder andar, abría la puerta de casa.


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