N, mi profesora de natación
Por PlumaLibre
Enviado el 21/05/2015, clasificado en Adultos / eróticos
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La natación es uno de los deportes más completos por excelencia, el cuerpo se torna esbelto y bello con cada uno de los movimientos sincronizados de los diferentes estilos.
Eran las dos de la tarde y había clase de pecho en la piscina del campus, son grupos pequeños de algo menos de diez personas; aquel día por diferentes circunstancias (tal vez se deba a que muchos tenían exámenes de fin de semestre) fui el único que asistió a la piscina, libre de mis deberes ahora solo quería despejar mi mente un rato, al llegar N estaba en la entrada.
-Hola N, parece que no ha llegado nadie más dije.
- Si, ya sabes como es esta época para los estudiantes, muchos dejan de asistir a los formativos.
- Entonces , ¿vas a dar la clase o la aplazamos para cuando el grupo esté completo? - dije con algo de molestia pues quería practicar en la alberca.
- Pues mira, si quieres te doy la clase y puedes reforzar con ejercicio la próxima clase.
- Ok, voy a cambiarme.
La profesora N del curso era una mujer sencilla y de rasgos comunes a simple vista sin embargo, cambiaba al momento de entrar a la alberca, su traje de baño definía una cintura delgada y cuando bajaba la vista, este era tragado por sus voluptuosas nalgas; una mujer que atraía la mirada de muchos. Siendo los únicos en la piscina, ella comenzó a darme una clase personalizada. Inicialmente me senté al borde de la alberca e inicie con unos ejercicios para la brazada, se ubicó a mi espalda y cogió mis brazos para definir la trayectoria.
- Mira, tienes que llevar los brazos en punta para que te sea más fácil atravesar el agua, ahora deslizas hacia atrás y abres los brazos. Decía con su marcado acento.
Este era un ejercicio normal para mi de no ser porque sentía sus labios en mis oídos una voz que me susurraba algo más , ¿Quiere que me la coja? Pensaba, nooo, es una profesora, demás que no lo tiene permitido y algo grave podría pasar si interpreto mal esta situación. Posteriormente nos metimos al agua.
- Hagamos una cosa, yo voy a nadar delante de ti y así puedes mirar como es el movimiento de las piernas dijo.
Sin peros empecé a nadar detrás de ella, la vista de sus piernas abriéndose en el agua era maravillosa, su traje se forzaba y podía verle de lleno la formita de su coño, hicimos cinco piscinas solo con las piernas, al llegar al extremo me dijo:
- Bien, ahora hagamos algo, vos me vas a llevar hasta el otro extremo, agarra mis rodillas mientras practicas la patada, dijo con una sonrisa pícara.
Inicie a nadar, la tenía con una mano en cada pierna, estar tan cerca, ver su coño en frente de mí... no podía soportarlo más, mi pene tenia una erección incontrolable la cual solo podía quitarme de una forma, jale sus piernas con mis brazos y atraje sus nalgas a mi rostro, rasgaba su bañador con mi boca como un desquiciado animal, pensé que se escandalizaría pero sólo agarro mi cabeza con sus manos y empezó a presionarla contra su coño, ella también lo quería... al sacar mi cabeza del agua nos perdimos en ardientes besos, nos mordíamos la boca como si la vida solo dependiera de ello, me rodeó con sus piernas y mis manos apretaban esas nalgas que antes solo contemplaba desde la distancia. Mi bañador no podía contener mi pene que se ponía más duro con cada roce.
- Espera, ¿Sabes lo que puede pasar si alguien viene y nos encuentra?
Me lo decía aun entre besos.
- Vámonos a la oficina de salvavidas - dije
Salimos de la alberca y me llevó del pene a la oficina, al llegar allí, me llené de una fuerza descomunal y terminé de destrozar su bañador, estaba desnuda por completo ante mi, se reclinó sobre el escritorio, su espalda tenía tatuada una rosa y un ave; la penetré por detrás, su vulva estaba chorreando ese delicioso néctar que las mujeres esconden entre sus piernas, agarré su cadera con mi mano izquierda, mientras que con la derecha cogí su cuello, como un caballo endiablado movía mi cadera contra sus nalgas, el sonido del choque de los cuerpos junto con el de su coño húmedo goteando me hacía aumentar el ritmo , no podía gemir y besarme al mismo tiempo.
Era su turno, me tumbé sobre el escritorio y ella se subió encima de mí, empezó a cabalgarme, su mirada lasciva me encanta, paraba de tanto en tanto para morder mi cuello, entonces yo le decía al oído.
- No creerás que no voy a sacar provecho de esto.
- Ambos sabemos que queremos el uno del otro.
- Ahhh que más podría?.
- Bésame como si me amases, dijo como súplica.
Entonces la apreté sus nalgas y comencé a moverme más rápido, su rostro de excitación no me dejaba parar, me erguí y la cargué, quería lamer sus pechos, inmediatamente mi lengua fue hacia ellos , sentía las uñas de sus manos perforando mi espalda, la recorrían desde lo alto a lo bajo, si , la sensación de ardor que dejaban los rastros de sus garras en mi espalda solo aumentaba mi excitación, entonces la levanté de sus muslos, los besos no paraban, era una pelea entre voraces fieras, salvajes leones que sólo luchan por sacarle hondos gemidos de placer al otro, ella volvió hacia el escritorio y se puso de espaldas de nuevo.
Su coñito estaba goteando; la tomé de sus brazos mientras los jalaba lentamente hacia arriba con una de mis mano, con la otra le tiré el cabello mientras devoraba su boca y su cuello
- Duele!!, pero me excita.
- Ja!.. te va a quedar gustando.
Aceleré mi ritmo, el sonido sus gemidos empezó a hacerse más fuerte, al igual que el sonido de nuestras caderas, las mordidas eran cada vez más intensas, de un momento otro la cogí de los hombros, le di una vuelta y la puse de rodillas, me corrí en sus pechos mientras nuestras miradas se quedaron conectadas con nuestras caras extasiadas de placer, nuestros cuerpos temblaban. Teniendo el complejo de la alberca para nosotros solos, fuimos al camerino y entre cómplices risas nos bañamos...
Continuará.
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