Levitación infinita

Escapó. En búsqueda de un destino, recitó frases olvidadas por la luz. Anheló libertad, miró hacia el horizonte repleto de dudas y bailó al ritmo de la helada ciudad. No era lo mismo para él si no lo acompañaba ese deseo interno, ardiente de soltura. Se escondió bajo la caricia de una eterna caminata sobre un suelo vacío e insensible. No soportó ser quién era y mientras la noche caía a sus espaldas supo que nada volvería a ser igual. Su tranco se agigantaba a cada paso y le hacía perder sus miedos. No era un sueño frustrado, no había estrellas sobre su humanidad, solo un camino repleto de incertidumbre. El temor que lo acomplejó al partir se había echo añicos, no tenía forma de volver atrás. Se encontró rodeado de incomprensión para terminar encontrándose cara a cara con la salvación.

    Buscó compasión, aunque no creía en nadie mas que en él. El Sol jamás volvió a aparecer y la luz del día se convirtió en oscuridad. No había mundo mas allá de su paisaje repleto de tiempo y de una tibia conformidad. Viajó hacia el fin del mundo a toda velocidad, gritándole a los colores que habían desaparecido. Inspiró el aire impuro de su propio ser corrompido por el constante deseo de revolución.
    Cuando el clima comenzaba a calmarse, una gran grieta se abrió en el suelo. Círculos transparentes irrumpieron la escena. Conmocionado, se inmutó ante la belleza de aquellas burbujas. Atrás quedo el temor a caminar. El suelo bajo la solitaria brillantez nocturna era ahora, hermoso.
    
     Se elevó. Dejándose llevar por la inédita sensación de volar. Comenzó la metamorfosis divina y se alzó para nunca más ser aquel incomprendido. Nunca antes había sentido tanta conexión con la pureza, él era ahora, parte de esta levitación. Conectado con la eternidad, dejó parte de su vida detrás. Combinando placer y pasión a la perfección, supo que en la danza de las burbujas, él era una más.