LOS ANALES DE MULEY(1ª PARTE)(6)

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            Vlll

   Un día llegué a la escuela:

<<adelante, adelante,

caballerete andante.

Que pase el señor?MULEY,

que se adentre nuestro rey>>

-Dijo el mentor arrogante.

   Yo quedé estupefacto.

Miraba a mí alrededor

buscando a ese señor,

pues MULEY no era yo;

seguro que mi mentor

mi nombre confundió.

   << ¿Disfrutó su excelencia

de sus largas vacaciones?>>

-continuaba diciendo-

<< Pues la preocupaciones

de estado crean tensiones

que el rey va asumiendo>>

   Yo iba más limpio que un sol

a recibir la enseñanza,

fue como una bofetada

esa furtiva alabanza,

pues rompió tal alianza

la reacción no esperada.

   El techo me cayó encima.

No sabía quién era MULEY,

menos quién lo parió.

Si fue verdadero rey

que aplique toda la ley

a quién lo confundió.

   Fuera cómo fuese,

desde aquel sutil momento

me quedé con ese mote,

más juro, y no miento,

que ese nombre no lamento,

aunque nadie lo note.

   Odiaba la educación,

mi mente estaba en el juego,

por ello arreaba a mi ego;

de mis mejillas parecía,

de súbito, brotar fuego

cuando contestar yo tenía.

   El maestro se empeñaba

en enseñarme cultura,

fue toda una locura

de un viejo cabezón,

pues no tenía intención

de hacer tal diablura.

   Pero tanto insistía,

a pesar de su experiencia,

agotó su paciencia

y me dio cómo perdido,

tanto había padecido

que no advertía mi ausencia.

   Era hombre muy cauto,

más la letra no me entraba;

el maestro lo comprendió

y de menos no me echaba,

por ello siempre esperaba

conquistar lo que perdió.

   Porque en nuestra vida

no todo nuestro saber

en los libros se esconde,

también hemos de aprender,

promulgar y comprender

todo aquello que nos ronde.

               lX

   Es nuestra existencia

cómo un libro abierto,

hojas y hojas pasamos

con futuro incierto;

todo quedaría yerto

si su hojas estancamos.

   La sabiduría del hombre

radica en su experiencia,

los avatares le da

seguridad, paciencia;

aviva su conciencia,

su fuerza preservará.

   ¡Vive, que es nuestro morir!

Premisa de filosofía

que siempre nos acompaña,

damisela de compañía

henchida de sabiduría

que nuestra vida araña.

   Soy consciente de que vivo

y me debo a mi destino,

aquí todo es pasajero

recorriendo camino;

nunca estaré mohíno

porque soy arriero.

   No quiero justificar

mi eventual ignorancia

a esa edad tan temprana,

o quitarle importancia,

pues me faltaba arrogancia

porque el saber me amilana.

   De niño siempre fui

cobarde y asustadizo,

el saber miedo me daba,

más recurría al hechizo

para entrar al pasadizo

donde la luz me cegaba.

   Porque no entiende de cuna

la noble ilustración,

se esconde de la pobreza

en cualquier ocasión

teniendo por vocación

la poderosa riqueza.

   Porque así es la vida:

si la persona es pudiente,

además inteligente,

todo está a su alcance

y dogmatiza su ente,

pues para mi es puro trance,

   Yo nací en baja cuna

con múltiples nubarrones,

no tuve ilustraciones

ni opción a elegir;

odiaba las lecciones,

de ellas siempre quería huir.

   Más creo en la cultura

para todos por igual,  

vendrán tiempos mejores

con formación racional

dirigido al personal

sin distinción de colores.


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