Volverte a ver.

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Nada está bien. Desde que llegue, todo está mal.

Tendríamos que empezar por la voluptuosa rubia que te acompaña en cada momento. Una chica a la que no conozco, pero ya odio. La odio porque esta con vos. La odio porque está a tu lado. La odio porque te besa como te besaba yo. La odio porque estoy segura, conoce tu cuerpo tanto como lo conocía yo.

Venir a esta fiesta fue un error. Estoy segura de eso. Pero no puedo irme. Las ganas de verte son más fuertes. Si estoy acá es únicamente porque quiero verte. Volver a verte.  Es un poco masoquista de mi parte. Pareciera que me gusta sentir el dolor que me provoca verte con otra mujer. Pero es que a veces no puedo creer que me hayas reemplazado tan rápido. Porque yo no pude olvidarte todavía. Y menos que menos pude buscar consuelo en otra persona. No. Yo necesito hacer mi duelo por  quien perdí y después recién caer en los brazos de otra. Necesito olvidarme de esa persona antes que nada. Algo que se ve que a vos no te pasa. Porque hace apenas cuatro meses que decidimos alejarnos y al parecer ya ni me recuerdas. Pensar en eso me hace sentir miserable. ¿Tan poco importante fui en tu vida?

Rojo. Su vestido también es rojo. Parece que las dos sabemos que ese es tu color preferido. Parece que las dos sabemos lo loco que te vuelve ese color. Y acá estamos ambas, con un vestido del mismo color que se pega a nuestra piel. Sí, porque parece que también sabemos cómo te afectan las prendas de vestir ajustadas. Obviamente, vamos a ser sinceros, sus curvas lejos están de parecerse a las mías, y ella parece muy cómoda llevando ese vestido con tantas transparencias y tanto escote. En eso no nos parecemos. No soy de esas que van mostrando sus atributos por la vida. Está bien, quizás porque no tengo muchos. Quizás si tuviera el cuerpo que tiene ella, yo también andaría exponiéndolo tan libremente. No, si lo pienso mejor, no. Yo no soy así. No me siento cómoda siendo así. Prefiero las cosas que tapan un poco. Si, podre ser bastante anticuada quizás. Pero no me gusta ser el centro de atención. Y menos que menos de los hombres. Algo que parece que a ella le fascina. Porque no para de tirarle sonrisitas a todo hombre que la mira. Si, la estoy observando detenidamente. Pero no puedo evitarlo. Quería saber que tenía ella que no tengo yo. Y es evidente.

Sigo observándola cuando vos me miras. Te sorprendes. Seguramente te estas preguntando qué es lo que estoy haciendo en este lugar. Un poco yo también me pregunto lo mismo. Es decir, tengo mis razones pero evidentemente estoy muy desesperada sino no estaría acá, en este salón lleno del tipo de gente que siempre deteste. Gente a la que hoy vos perteneces.

De pronto, me sonreís. Con esa sonrisa que derretiría a cualquiera, pero sobre todo a mí. Porque siempre supiste cuanto me puede que me sonrías y más si lo haces de aquella manera. No te devuelvo el gesto. Aprovecho que un camarero pasa cerca para agarrar una copa de champagne. Bebo un sorbo y observo a mí alrededor. Pero la verdad es que no le prestó atención a nada. Otra vez estoy tratando de convencerme de que esto es un error y que tengo que irme lo más rápido posible. Ya cumplí. Ya vi lo que quería y necesitaba ver. Ya te vi con otra. Ya la vi a ella. Ya me deprimí viendo lo insignificante que soy a su lado. Ya me deprimí viendo lo rápido que me cambiaste. Me termino la copa de champagne de otro largo sorbo. Estoy lista para irme. El nudo en mi garganta cada vez es más insoportable y no creo que falte mucho para que me eche a llorar.

Con la mirada busco la salida. Se me complica. La verdad es que las cuatro o cinco copas que tome desde que llegue, están comenzando a hacer efecto. Además las lágrimas ya comienzan a agolparse en mis ojos.  Le toco el hombro a un camarero y él me indica la salida. Hasta allí voy caminando, tratando de que no se note lo que me cuesta mantenerme parada en aquellos delicados tacos, cuando me interrumpen en el camino. Vos y tu increíble rubia están frente a mí.

No puedo creerlo. Como si fuese necesario que vengas a saludarme y encima con ella colgada de tu brazo. Me deprimo aún más, pero de algún lado saco fuerzas y finjo una sonrisa. Me saludas y me volves a sonreír mientras nos presentas a tu nueva conquista y a mí, la vieja. Haces las típicas preguntas de cortesía. Como va mi vida, como esta mi familia. Tratando de que no se note lo mal que lo estoy pasando, me intereso por lo mismo. La rubia no tiene mejor idea que sugerir que podríamos beber una copa los tres juntos. Evidentemente no tiene idea de quién soy realmente. No debe saber que tanto compartimos vos y yo porque sino no creo que  fuese tan simpática. En un nuevo acto de falsedad, agradezco el gesto pero miento diciendo que no puedo, que me están esperando. La verdad es que no espera nadie más que un departamento lleno de soledad, recuerdos y tristeza. Ese departamento que compartíamos hasta que de un día para el otro dijiste que lo nuestro no daba más y te borraste de mi vida. Pero no voy a pensar en eso. No ahora cuando lo único que quiero es que pienses que mis cosas están tan bien como las tuyas, que mi vida anda sobre ruedas, como la tuya.

Después de algunos minutos que se me hicieron eternos, mientras mi corazón se iba rompiendo un poquito más y me sentía más desgraciada, logré salir de allí. Logré despedirme, con un falsa promesa de que nos volveríamos a ver y subí al primer taxi que encontré, donde me largué a llorar con todas mis fuerzas. Me despreciaba a mí misma por haber sido tan idiota de haber ido a esa fiesta, por tener que ir a verte, por tener que hacerme sufrir de esa manera. ¿Tanto odio me tenía a mí misma que siempre buscaba una nueva manera de pasarla mal? Si, te había visto. Pero lo mal que me siento ahora es indescriptible. Verte nuevamente, saber de tu vida, verla a ella con ese vestido rojo.

Me baje del taxi en el primer bar que vi abierto. Y mientras entraba, dispuesta a emborracharme para olvidar al menos por un rato mis penas, me juré a mí misma que jamás volvería a hacer lo mismo. No te volvería a buscar y tampoco pasaría por una situación así. Vos y tu rubia podrían seguir felices. Yo trataría de recomponer mi vida de una buena vez.


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