M, mi primera madura (I)
Por PlumaLibre
Enviado el 06/06/2015, clasificado en Adultos / eróticos
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Recordar mi primer año en la universidad...tiempos aquellos en los que llegue de un lugar pequeño y tranquilo a uno hostil y cambiante. Perdido en la curiosidad me aventure en muchos lugares para dar con un piso compartido, bien para vivir un tiempo o mejor aún toda mi carrera, en breve di con un barrio bohemio muy cercano al campus, un lugar hermoso rodeado de zonas verdes, sede de eventos culturales y tertulias nocturnas que de alguna manera podrían contribuir a mi formación...en fín. Di con una habitación en un piso familiar, allí vivía M con sus dos hijos F y J, ambos de igual o mayor edad que yo, su esposo D era un oficial de policía que por diferentes circunstancias relacionadas con su oficio, fue trasladado a un pueblo que quedaba a no menos de seis horas de la ciudad; F y J con diecinueve y veinte años estaban validando la escuela preparatoria, al parecer no eran muy buenos en el estudio y menos como personas.
M fue madre muy joven; de cabello rizado, dueña de una hermosa figura, pechos y nalgas tonificados trabajados con disciplina en el gimnasio el cual le ayudaba a olvidar los constantes problemas del hogar que tenía con sus hijos y con su esposo en la distancia. Allí llegué yo, inicialmente distante me mantenía en el campus; era de esperarse que con el tiempo el hielo se derritiera y comenzase a relacionarme más con la familia y en particular con M la cual se mantenía en aquel piso a no ser que fuese al gym.
Una mañana, pasé de largo y me quedé dormido; al despertar, salí de mi pieza hacia el baño y tome una ducha, fui al patio de la cocina a descolgar mi ropa; allí estaba M, de espaldas, luciendo unos apretados leggins que marcaban sus carnosas nalgas y con su brasier a medio poner, apenas cubriendo sus grandes pechos, esa piel bronceada,,,mmmm de un momento a otro mi boca empezó a salivar en exceso, mi pene se tornaba duro y mi cadera quería avanzar solo en su dirección.
- Hola ,me dijo intimidada.
- Parece que se me olvido poner la alarma, le dije tontamente; ...maldición, como si no se hubiese dado cuenta de que mi pene empezaba a forzar la toalla.
- Tengo que colgar las cobijas, mi esposo planea volver pronto a la ciudad, me dijo con voz temblorosa.
- Eh se me va a hacer tarde; respondí algo fastidiado con la situación tan incómoda que se había presentado, abandoné rápidamente de la cocina con mi ropa, me cambié y salí, no hay nada más molesto que te corten el rollo y luego te quedes medio día con la polla parada.
Durante el resto del día pensé en esa situación, cargando el morral de frente para que nadie advirtiera el bulto que se quería abrirse paso entre mi pantalón, como dije antes su voz, esa voz, temblorosa y sin fuerza...en fin ahora solo quedaba esperar que ese momento se olvidase o si algo tenía que pasar entonces pasase, ahora solo sé que hubiese sido mejor que quedase en el olvido.
Los días transcurrieron con normalidad, rara vez pensaba en aquel incidente, ya parte del pasado, de cualquier manera aun la contemplaba, como la atractiva mujer que es.
Un día, mientras caminaba por el campus recibí una llamada suya.
- Hola P, ¿Estás ocupado?, dijo
- No mucho, ¿En qué te puedo ayudar?, respondí como quien tiene el lujo de no tener nada por hacer.
- ¿Tienes novia? pregunto rápidamente, una pregunta bastante tajante y fuera de contexto pensé.
- No, ¿Por qué lo preguntas? Respondí con curiosidad
- Ehhhh... lo que pasa es que quiero coserme un suéter, y pensé que tal vez tuvieses algún conocido con acceso al corral de ovejas del campus para que pudiese quitarles algo de lana, dijo.
- ¿No debiste preguntar primero si tenía algún conocido? Pregunte de forma tan vivaz, al terminar mi pregunta me sentí como el ser mas estúpido que puede haber.
- Tienes razón, dijo, con su voz temblorosa como aquella vez, evidentemente la había intimidado de nuevo, esa maldita manía de creerse alguien sagaz, a veces no hay que decir lo que piensas sino lo que sientes.
- No, por ahora no me relaciono mucho con personas de otras carreras, lamento no poder ayudarte, respondí con tono moderado.
- Tranquilo, no importa, tengo que colgar, no llegues tarde para la cena.
Parece que hasta el momento no he hecho más que meter la pata, pensaba en mis adentros. Ya era de noche, llegué al piso, allí estaba M, sentada en la mesa y sus hijos F y J al otro lado en la sala viendo un partido de fútbol.
- Hola, dije en voz alta, F y J estaban absorbidos en su pantalla.
- Hola P ¿Cómo estuvo tu día?
- Bien supongo, respondí, algo cansado
- Déjame servirte tu comida,
- Ok
Sirvió mi plato junto al suyo, y tomó asiento
- Pasas mucho tiempo en la universidad dijo, para avivar la charla.
- Es natural, si la conexión es lenta; dije a modo de queja.
- Te pido disculpas, mis hijos no hacen más que jugar en la PC; respondió en tono conciliador, no podía enojarme con ella, estaba prácticamente sola contra sus dos hijos.
- ¿Te sientes bien viviendo aquí?, preguntó poniendo su mano en mi muslo.
- Claro, es cercano al campus, y es agradable salir a caminar a la plazoleta y...
- Me refiero a si te sientes bien aquí, en este piso con mi familia...conmigo, al terminar su frase su mano estaba apretando mi entrepierna, despertando mi miembro de su profundo sueño.
Lentamente abrió mi pantalón y deslizando sus manos entre mis boxer saco mi pene que iba tomando fuerza lentamente, sus oscuros ojos no dejaban de mirarme, quería comprobar por sí misma que me estaba excitando, que con solo tocarme podía llevarme al cielo o al mismo infierno. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para voltear la mirada tan siquiera un instante para comprobar que F y J siguieran viendo el juego.
- Quiero que estés cómodo aquí por mucho tiempo, decía lentamente mientras su suave y pequeña mano en mi falo comenzaba a moverse más rápido; aun mirándonos a los ojos, avanzó hacia mí y mordió mi labio para luego ubicarse de rodillas bajo la mesa, descubriendo mejor mi pene del pantalón; comenzó con pequeñas lamidas a mi glande, de ardiente y fogosa pasó a ser curiosa.
- Tu esposo, D, solo has estado con él ¿verdad?, como dije antes M fue madre desde muy joven, por lo que era casi seguro que su esposo había sido el único hombre en su vida.
Asintiendo con la cabeza, comenzó a introducir mi miembro en su boca, sus dientes que inicialmente lastimaban mi falo se volvían parte de su estilo para satisfacer y del mío para disfrutar, esa delgada línea entre el dolor y el placer. La confusa sensación de morbo que ahora me produce el que me vean teniendo sexo no significó nada en ese momento, aquel par sentado en la sala con su televisor tal vez se lo merecían por mal paridos, pasando encima de ella en cada oportunidad; me vi motivado entonces, tome sus rizos y empecé a guiar su movimiento por mi fornido falo, su lengua recorría desde la raíz hasta la punta de mi glande ya empapado de líquido preseminal, quería parar el tiempo por un instante tan solo para ver los hilos que formaban mis jugos con su lengua que de manera efímera desaparecen para dar paso a otros más largos.
- Aprendo rápido, ¿no te parece?, preguntó algo agitada y tomando aire.
- solo cerré los ojos y le sonreí, era para mi curioso que una mujer mayor me preguntase eso, una mujer con un cuerpo envidiable por las más jóvenes, una que podría doblar la rodilla de cualquier hombre.
- ¿No han volteado?, preguntó ella retomando de nuevo mi pene con su lengua.
- Aún no dije, de nuevo extasiado con su movimiento.
- Bien, entonces trata de no hacer ruido, me dijo mientras agarraba mi pene con las 2 manos, el movimiento de su lengua se había tornado más agresivo, y sus manos me hacían más presión; ya no era dueño de mi cuerpo que empezaba a convulsionar por sí solo, las sensaciones eran increíbles, sentía de nuevo sus dientes, esta vez solo en mi glande; F y J con el televisor a todo volumen, y yo, con una mano tenía de nuevo su cabello y con la otra buscaba apoyo en la mesa.
-¡¡No puedo más M!!! Dije fuera de mi mismo con una gruesa voz que nunca había escuchado en mí.
Ella lo hacía cada vez más fuerte, su rostro, denotaba que solo estaba empeñada en que me gustase, el sonido que hacía bajo la mesa aumentaba, con un hondo gemido me vine y sus manos estaban llenas de semen.
-Huele extraño, como a dulce me dijo, mientras yo trataba todavía de recobrar el control de mí.
-¿No lo has probado?
-No, porque el de mi marido huele a legía, es dulce me dijo, lamiendo sus dedos como una gata.
Por aquellos días había comido muchas frutas, como después comprobé, las mismas eran las causantes. Observe a F y J, luego al televisor, no sabía en qué tiempo del partido iban pero sería mejor que no nos viesen juntos después del juego.
-Ya va a acabar el partido, será mejor que me vaya a mi habitación, ¿te espero más tarde? pregunte, quería ir al siguiente nivel con ella.
-No sé si corramos con la misma suert, pero parece que ahora --vas a tener que estar más seguido aquí que en el campus, dijo ella.
Claro, solo si estas aquí.
Ella se levantó y se fue a la cocina y yo a mi habitación, tenía una extraña sensación de euforia después de todo esto, ya estando a punto de dormirme me dio un ataque de risa, aun sorprendido de F y J no se hubiesen dado cuenta.
Continuará Parte (II)...
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