Que me folles, mamón (pero no va de folleteo, ¿vale?
Por Ravelo
Enviado el 24/05/2015, clasificado en Terror / miedo
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"Enrique II Plantagenet no quería perder ni un centímetro de terrero francés. Así llevaba varios años. Leonor de Aquitania inmóvil en un rincón. A lo mejor agazapada". ¿Así quieres iniciar tu relato? Pues no sé. ¿Que quieres que te diga? Miro una montaña de libros sobre una silla. Les pego una patada para que el universo se llene de historias muertas y absurdas. ¿Me desnudo? ¿Quieres que te folle? Yo lo que quiero es escribir algo con cordura, quiero volver a recuperar la sana imaginación. ¿Sana? Si fuera sana, querido, ¿que hubiera sido de ti hace quince años, cuando no te podías mover por Madrid? Es mejor que sigas con esos relatos y esas historias que los petardos adoran y los intelectuales como Bringas, deseosos, ya sabes, de tener entre las manos las ojivas nucleares para hacer trizas este mundo y los otros que que tú sabes, igual que yo, que existen porque hay verbo y pesadillas, se tragan y comentan en las academias y los retretes.
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Espera, tengo otra idea: "Tiranës Cirku es mi casa y en ella Shpresa y yo hacemos el amor cuando los turistas abandonan, y en la madrugada de Tirana nuestros bocas acallan los rumores de los viejos demonios de 1952". ¿Qué quieres que te diga? Seguro que dejarás sin habla a tus seguidores. ¿Quieres que diga eso? Yo digo lo que tú quieras, vida mía. Con tal de que pueda follarte y té quedes tranquilo, vamos, lo que quieras.
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Creo que ahora sí, en serio. Esta vez sí: "Casi me matan en San Esteban de Gormaz por intentar levantar una copia exacta de la iglesia de Nuestra Señora del Rivero, pero no me dejaron porque me había negado a poner en el centro de París otra copia de la iglesia románica de San Miguel". Pues no, qué va, ese sí que es un comienzo muy tedioso.
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Follamos con nervio. Su orgasmo espanta mis miedos.
A lo mejor debería dejar de escribir.
Bueno.
¿Solo bueno?
Qué pena.
¿Solo pena?
Sabes follar como nadie, ¿qué más quieres? Y tienes esos libros en tu biblioteca para masturbarte y olvidarte de mí durante unos cuantos días a la semana. ¿Qué más quieres?
Por fin ver, ahora que tengo 55 años, y que Borges en su ceguera confirme que todos mis relatos caben en la sombra de una Micrococcus luteus.
¡Que me folles, mamón!
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