Solo, él se encontraba solo, en un lugar que no conocía y sin embargo al que tenía miedo. Tal vez su terror provenía de la incertidumbre de no conocer su paradero. Pero eso no tenía importancia, sus horas estaban contadas. Miro a su alrededor, y sólo encontró arena. Comenzó a caminar sin rumbo, todos los caminos lo conducirían al mismo destino inevitable. Pronto se percató de la presencia de un sol abrazador, su única compañía. Agotado por su desesperado intento de encontrar algo en aquel lugar, que no fuese el mismo, tropezó. Y fue solo entonces cuando lo vio, un trozo de papel que se deslizaba por la brisa. No dudo un solo instante, corrió con todas sus fuerzas y lo atrapó. Miro fijamente el trozo de papel y al mismo tiempo que leía su contenido, una lágrima brotaba de sus ojos. Enfrentándolo a una realidad que no podía aceptar. "Sin esperanza." sólo eso decía, sólo eso era lo que le quedaba y también lo había perdido. Ya nada tenía sentido, ya no creía jamás poder salir de ese lugar. Sin esperanza, sin rumbo, dejo brotar sus lágrimas como un río. Lloró y continuó llorando hasta que no quedo una gota en él. Se secó por dentro, se convirtió en arena, la misma arena en que se había extraviado. La brisa volvió a soplar esta vez con más intensidad y, junto a donde el hombre había desaparecido, la arena se dispersó dejando a la vista un libro de tapas abiertas. Una hoja partida podía leerse "no hay vida".
No hay vida... Sin esperanza.
Rosedi.
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