Me comí mi ex asistente.

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Con Paula no nos habíamos encontrado por más de 2 años, desde que ella renunció. Fui su jefe durante unos 4 años.

Coincidimos en un evento de informática, en Brasil.

Alta, espigada, soberbio seno, mejor culo y piernas, rubia teñida, facciones delicadas era (es) una gloria para la vista. En el trato diario aguda, cordial y amena.

-¡Qué alegría volver a verteeee, Juaann!

-¡Paulaaaa! ¿Cómo estás?-

-Yo bien, gracias, pero vos ?. ¿te bañás con formol? Estas siempre igual. -

-¿Es un cumplido?-

-No te hagas el humilde, se te ve muy bien, o mejor aún. -

-¿Qué adjetivos debo usar yo, entonces, para tu par de tetas y culo espectaculares? - pensé mientras confirmaba, la maravillosa anatomía que seguía exhibiendo, a pesar de haber tenido un par de partos.

A duras penas pude retirar mi vista de su par de "limones":

-La que de verdad está reque-bien sos vos.-

No había reservado alojamiento, tenía la misma idea que yo: volver esa misma noche a Buenos Aires.

-¿Cenamos juntos, antes de ir al aeropuerto? - le propuse.

-¡Dale! Así charlamos tranquilos - aceptó regalándome un sonrisa.

Terminado el evento "endulcé" su ego profesional y su vanidad:

-Estuviste brillante en tu presentación. Sin duda sos la mejor y más linda compañera de trabajo que tuve. -

-No exageres, con una de las mejores es suficiente halago. -

-¡No exagero! Me hubiese gustado filmar cómo te comían con los ojos mientras exponías. No te imaginás lo impresionante que se te veía -

Su expresión delató su satisfacción por el piropo.

Ya en el restaurante, elegidas las bebidas, le pedí al mozo demorar la orden de comida.

De pronto Paula, con cara de intriga, largó:

-¿En serio te parezco linda? Ya estoy retirada del "mercado" y encima estoy casada. -

El brillo de expectativa en sus pupilas me dio alas para apostar a más:

-Durante mucho tiempo te he admirado en silencio, convencido de que, ni remotamente, te ibas a fijar en mí. Te hacía inaccesible y por eso nunca intenté nada- Es muy inteligente para no darse cuenta que le estaba diciendo que algo había cambiado y por eso me atrevía a confesarle mi apetito por ella. Le serví un poco más de vino en su copa y, con la mía, le propuse un brindis.

Con la risa de "oreja a oreja" brindó con un sorbo a su bebida. No pudo con su curiosidad, y quiso saber que era lo que había cambiado que le estaba hablando de mi atracción por ella.

-Prométeme que no te vas a burlar de mí-

-¡Te lo juro! -

Le tomé una de sus manos en mis manos.

-Esta mañana, cuando volví a verte después de tanto tiempo, quedé deslumbrado. Te vi más linda de cómo te recordé por años. Me alteraste el ritmo del "bobo". Encima vos, por primera vez desde que nos conocemos me dijiste que me veías muy bien, mejor que en los viejos tiempos. Eso hizo un click en mi cabeza. Me la creí -

Se le colorearon las mejillas, terminó de tomarse el contenido de su copa y amagó querer cambiar de tema, pero volvió sobre sus pasos.

-Yo... yo también pensé mucho en vos... este tiempo. Te extrañé. - balbuceó.

Me tiré sin paracaídas. Acerqué mi boca a la suya y suavemente le rosé los labios:

-Te deseo, Paula-

Quedó pensativa durante unos instantes, luego se levantó de la mesa:

-Vámonos, se me fueron las ganas de cenar- se dirigió a la puerta de salida y quedó esperándome en el hall.

Se me cayó el alma al suelo. Pagué la cuenta y me fui a su lado. Creía que me reprocharía mi atrevimiento, estaba a punto de disculparme cuando con sus ojos fijos en los míos me soltó:

-Confío en vos. No se lo podes contar a nadie... a nadie ¿Entendiste? -.

-Si claro - respondí sin estar seguro de qué estaba hablando.

-De paso para el aeropuerto hay un hotel, para parejas, creo. -

Sin lograr aun resolver si era un sueño o algo real lo que estaba viviendo, tomamos un taxi, entramos en el hotel - no era un hotel para parejas- le di mi documento de identidad y firmé el registro (Juan C y Sra), mientras ella esperaba sentada en el hall.

En el ascensor, el botones, nos impidió referirnos a lo que estaba a punto de suceder. Al entrar a la habitación estaba totalmente turbado, falto de palabras.

Paula dejó su bolso y saquito en una silla y saltó a mi cuello, con tal calentura que parecía no querer preámbulo alguno. Mi respuesta fue levantarle la pollera y acometer con su culo y concha primero, luego atacar su escote y, liberada una de sus tetas, morderle el pezón mientras volvía, con ambas manos, a emprenderla con sus nalgas.

Al experimentar el doble ataque soltó un gritito y con voz entrecortada:

- Me encanta como me magreás. -

Mi boca soltó la teta, y buscó su cuello. Al sentir el chupón, sintió miedo que se lo dejara marcado sobre su piel:

-No seas turro, no me dejés marcas. Soy casada. Mi marido puede darse cuenta- protestó más excitada que molesta.

-Está bien. Sólo voy a dejarte bien marcados mis dientes en tu culito -

-No por favor, nada de dientes. Enculame si queres, pero nada de marcas -

-¡Así que te gusta por la popa! -

-Lo hice muy pocas veces, pero me gustó -

Tomé nota que estaba dispuesta a entregar el ojete, mientras la tiré sobre el colchón y la desnudaba y me desnudaba. Sin darle tiempo, me acomodé entre sus piernas abiertas en V y la ensarté violentamente de una, sin los habituales prolegómenos (que la puntita, que le entro un poquito y la saco, que entro un poquito más). Paula protestó por la violencia de mi intrusión:

-¡No sea brutoooo! -

Cuando ya llevaba un buen rato de entra y sale, soltó:

-No te pusiste preservativo?... pero seguí!.¡Ahhhiii como me gustaaa! ...sos un hijo de puta ? -

Hasta mi orgasmo... ella, creo, tuvo por lo menos uno más que yo... su boca emitió un concierto de suspiros, frases, palabrotas, grititos, etc? y su cuerpo un rosario de movimientos de acompañamiento a mis embestidas.

Mientras recuperábamos las energías disipadas en la primera cogida, Paula, me sorprendió, una vez más:

-Juaann?... ¿es mucho kilombo para vos no tomar el vuelo de hoy?... obvio que quería más "lola". Yo, ni que hablar.

-Supongo que, con una buena excusa puedo zafar ¿Vos?-

Previa consulta con la recepción ambos llamamos a Buenos Aires y avisamos que "por razones de fuerza mayor laboral" habíamos perdido el vuelo y el regreso era para el mediodía del día siguiente.

Llamamos, por supuesto, también a GOL Lineas Aereas y cambiamos los pasajes y bajamos al restaurante del hotel para cenar algo.

De regreso al cuarto, reanudamos las cogidas. No tuve que apelar a "fuerza mayor" para hacerle el culo a Paula.

Transcurrieron varios meses desde esa tarde-noche de descontrol carioca.

Hablamos algunas veces por teléfono pero no concretamos ningún nuevo encuentro. Sólo por ahora.

Ambos nos comportamos como esposos impecables. Sólo por ahora.


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