¿Qué cambia en el continuado esfuerzo sino el sentido?
El éxito de hoy, el vértigo, dolor y ahínco, pan de cada día.
¿Qué demuestra sino fe? Creencia en el restablecimiento de un orden desregulado.
Porque, ¿Y si la humanidad se perdió a sí misma y no ha parado de recorrer aún la espiral de descenso? Desordenando en su caída cuanto tocó con su mirada.
Cada ser humano porta en sí mismo el sendero que es preciso desandar; aunque perdió todo sentido de orientación y todo mapa, así como toda voluntad de recorrerlo, último estoque, golpe de gracia, que lo deja inerme para las épocas.
Así ha llegado a rodearse con denodado esfuerzo de objetos inútiles portadores de una voluntad ciega que corre en pos de la acumulación de progreso, es decir, progresión en la caída, iluminar lo oscuro sin protección alguna, respirando las sombras y albergándolas en el corazón; de esta manera mientras el espíritu a través de los ojos ilumina, el alma, enferma, malogra su dicción.
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