Perpetuum mobile

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Perpetuum mobile

(De la serie "Los pliegues del tiempo")

 

Compró un kilo de manzanas. No tenía apetito, pero al menos, habría algo comestible para la hora de la cena. Volvía con pasos rápidos a su casa, sintiendo que todo lo que había escrito no valía mucho, en realidad no valía nada, pero hoy, hace un  rato, había tenido una idea genial para una novela. Dani era uno de esos típicos escritores con grandes ideas argumentales pero sin capacidad de desarrollo. Una reencarnación de Auguste Maquet respecto a Alejandro Dumas. Pero esta idea, esta maravillosa idea, sí sería capaz de ponerla por escrito de forma brillante. Se detuvo frente a un escaparate donde vio su imagen reflejada. Estaba harto de hacer de negro para otros autores, Aceleró el paso.

Entró en su casa, soltó la bolsa con las manzanas de forma tan descuidada que una cayó al suelo. Ya las recogería luego, ahora tenía que escribir. Cogió folios, un bolígrafo, se sentó a la mesa y puso la primera letra sobre el papel. Pero entonces escuchó que alguien estaba trasteando la cerradura de la puerta. Se levantó enfadado y temeroso. Daniel vivía solo y nadie tenía llave. Cogió un objeto contundente, una figurita de una japonesa y se escondió detrás de la puerta.

La puerta se abrió y entró un individuo vestido con la misma ropa de Daniel, también llevaba una bolsa con manzanas y las soltó descuidadamente ¿dónde estaban las de Daniel?, una de las manzanas cayó al suelo, luego Daniel se vio a sí mismo cogiendo cuartillas, sentándose y preparándose para escribir. Tenía una excelente idea. Apoyó la mano en la cuartilla, preparado para dar comienzo a la novela que podría encumbrarle y ¡al fin! sacarle de trabajar para otros, de poner su talento al servicio de otra firma. Estaba seguro de que esta iba a ser su gran historia. El bolígrafo dibujó la primera letra sobre el papel, pero entonces escuchó que alguien estaba trasteando la cerradura. Daniel, enfadado por la interrupción y con cierto temor, vivía solo, se dirigió hacia la puerta que seguía emitiendo sonidos metálicos. Cogió una estatuilla de porcelana que figuraba una japonesa y se escondió tras la puerta.

Finalmente se abrió la puerta y entró un hombre vestido exactamente igual a Daniel. Vio su nuca y reconoció algo familiar en ella. El hombre llevaba una bolsa con manzanas que depositó descuidadamente en un mueble, tan descuidadamente que una de las manzanas cayó al suelo y fue rodando hasta los pies de Daniel ¿Dónde estaba su bolsa con manzanas? Temió que el hombre se volviese y le descubriera. Alzó entonces la estatuilla para defenderse, pero el hombre siguió su camino, cogió unas cuartillas, un bolígrafo y se sentó tranquilamente a la mesa. Parecía inquieto. Y lo estaba porque había tenido una idea genial que le sacaría de crear grandes argumetnos que otros desarrollaban. Por esas ideas geniales, Daniel solo recibía un pobre sueldo que complementaba su exigua paga de funcionario. Había sido por dinero, sí, la causa de que Elisa se marchase fue por culpa del dinero, no había otra razón, daba igual lo que ella hubiese dicho entonces, Daniel conocía la autentica razón de que su esposa le hubiese abandonado dos años atrás. Pero eso, ahora, no importaba, tenía que concentrarse en la historia. Apoyó el bolígrafo y empezó a escribir, dibujó sobre el papel la primera letra, pero un sonido metálico le interrumpió ¿Alguien estaba trasteando la cerradura de la puerta?


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