EL BIEN Y EL MAL
La guerra de dios y el diablo de en la inmensidad de lo material y lo inmaterial, donde se deciden las influencias gravitatorias universales
que rigen cuanto hay y nos rodea.
Contradictoria lucha para ver quien hace imperar sus mandatos sobre lo humano y cuanto acontece.
Entre el control por el paraíso terrenal y el convertir en infierno lo mundano.
Cuando el esplendor y presencia de uno, conlleva la envidia e iras del otro. Y en la medida que uno se hace mayor y más fuerte, el siempre contrincante se veía más reducido y más debilitado. Viviendo en constante desplazamiento respectivamente.
Dispersando por tierras, mareas y aires, el bien y el mal. Repartiendo el amor y el odio, la buena voluntad con su consiguiente paz, el reinar
de uno, y el mal obrar con su particular desorden sembrando de caos y alterando el equilibrio de cuanto hay, el dominar del otro.
Siendo el vivir, el morir de su contrario. Opuestos como la oscuridad del anochecer o la claridad del amanecer, el dormir o el despertar de
lo habitable o lo inhabitable.
Como semillas que germinan invadiéndose el territorio, donde se encuentran lo heroico y lo antiheroico.
Con la permanente llegada de lo justo, la coherencia y la sonrisa, o de lo injusto e incoherente y el llanto.
Extendiéndose la libertad, la belleza y la armonía o la maldad y el horror.
Sucediéndose triunfos y victorias por parte de ambos, el éxito o el fracaso desembocando en el devenir de un todo.
Confrontándose lo escatológico y lo impoluto, el purificar o manchar las almas, lo enfermizo o lo saludable, la locura o la sensatez en competida riña se ven enfrentadas.
Propagándose lo digno o lo indignante.
Debatiéndose la meritoria y gloriosa victoria del señor o el proseguir endemoniado.
Fundiéndose el sueño o la pesadilla, como el placer y el dolor.
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