Compartiendo a mi mujer

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Era fin de semana y yo tenia una gripe de muerte, estaba recostado en el estudio cuando mi mujer me recordó que tenía que aplicarse una inyección para terminar su tratamiento, era obvio que no podría acompañarla y ella no me quería dejar solo así de agripado como estaba.

Sin embargo la Señora que nos ayuda en la limpieza de la casa nos escuchó y comentó que su hijo estudiaba enfermería y que él le podía aplicar la inyección sin problema.

Añadi;ó que le avisaría al terminar ella su trabajo y que como habitaban el cuarto de la conserjería llegaría de inmediato.

Así lo hizo y a los pocos minutos llego el muchacho de aspecto tímido rondando los 24 años o menos.

Debo mencionar que a mi mujer le excita muchísimo exhibirse en público fingiendo no darse cuenta,(a mi también me pone de a 100 ver su cuerpo semidesnudo ante otros hombres)  así que la oportunidad de mostrar sus encantos al joven le pareció única.

Desde el estudio donde me encontraba podía observar claramente la otra habitación donde se habría de aplicar la inyección.

Mi mujer se puso frente a la cama y con aparente ingenuidad le preguntó al joven como sería mejor aplicar la inyección y acto seguido se levantó la falda descubriendo sus nalgas enfundadas en unas pantimedias transparentes y una tanga roja que dejaba sus bellas nalgas al descubierto. Permaneció ella de pie esperando la respuesta.

Visiblemente nervioso el muchacho le dijo que si se recostaba sería mejor, para lo cuál ella se empinó sobre la cama acercándole las nalgas y deslizándose sobre ésta hasta quedar recostada por completo. El joven daba miradas nerviosas hacia donde yo me encontraba esperando ser descubierto, pero yo fingía dormir.

Ella le dijo que si de favor le bajaba las pantimedias y la tanga, lo que él con manos temblorosas empezó hacer, recorriendo sus nalgas con las dos palmas y los dedos deslizándose por la rayita que separa esas bellezas carnosas y paraditas.

Una vez que las pantis quedaron hasta la mitad de las piernas continuó con la tanga, ella movía el culito excitada en forma circular, el joven se acariciaba el pene con un nerviosismo cada vez mayor.

Después de aplicada la inyección que a pesar del pulso tembloroso lo consiguió sin mayor problema, aprovecho para meter sus dedos por el culo hasta sentir la vulva y acometer con movimientos suaves hasta el fondo. Mi mujer casi gritaba de la excitación.

Se volteó boca arriba para que su vagina quedara frente a él quien comenzó a lamerla con frenesí. Se vinieron ambos irremediablemente.

El timbre de la puerta sonó de imprevisto y el joven salió corriendo del apartamento, dejando a mi mujer adormilada y disfrutando de aquel manoseo y de aquellos dedos que supieron poner una inyección y causar placer inusitado

 


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