LOS ANALES DE MULEY (1ª PARTE) (11)
Por YUSUF AL-AZIZ
Enviado el 07/06/2015, clasificado en Varios / otros
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Fue un momento feliz
porque todo nos cambió,
la alegría nos llenó
de puro y gran sosiego,
en mi ser se apaciguó
un gran carro de fuego.
La calle me dio la vida
y el aire secó mi frente
del frío sudor de muerte,
pues tenía pendiente
un encuentro que mi mente
la consideraba inerte.
De la vida a la muerte
un segundo nos separa
y alguien nos prepara
tan particular momento,
pero el eventual evento
la situación aclara.
Pensaba: ¿?qué es la vida
si por perdida la di??
Demasiado discurrí
para no hallar respuesta,
pero en mi ente comprendí
que la porteaba presta.
Pero todo atrás quedó,
es recuerdo del pasado
que en mi mente ha quedado
y el tiempo lo calmará;
todo quedó guardado,
pero un día se avivará.
Todo pasa en este mundo,
pues surcos vamos haciendo
y caminos recorriendo;
todo pasa, todo queda,
por ellos vamos sonriendo
y la vida rueda, rueda.
Todo queda guardado
con encono en mi mente,
recordaré a la gente
que expolió la hacienda,
aunque no sea prudente
les daría una encomienda.
Nos dio la gloria salir
de aquella habitación,
comprendí la situación
gracias a mi maestro,
pues nos dio explicación
de la guerra y de lo nuestro.
Empezó a llorar mi madre,
pues era tanto su rencor
que floreció su dolor;
se derrumbó su gallardía
porque morir allí creía
gracias a un ruin delator.
Su tenaz impotencia
desembocó en gran llanto
y sosegó su quebranto,
quiso hacerse la fuerte
y seducir a la muerte,
más se arropó con su manto.
Era una Magdalena
con su llanto silencioso,
mirar su rostro angustioso
me producía desespero;
yo estaba receloso
de su llanto traicionero
Se percibía su gran pena.
Buscaba a su marido,
aunque había huido
nunca lo dio por muerto;
nada dio por perdido,
pero era momento incierto.
A su casa nos llevó
aquel longevo maestro,
más aquel lugar siniestro
atrás quedó olvidado;
para mí fue un secuestro
por odio bien planeado.
La pesadilla pasó
y quedamos sosegados,
nos sentimos amados
por aquella buena gente;
siempre fueron recordados
y estuvieron en mi mente.
Nos sacó el matrimonio
de aquel lugar infernal,
ella muy servicial,
el, nuestro salvador;
desde lo más personal,
desde allí fue mi mentor.
Estuvimos un tiempo
con los esposos viviendo
y cada día agradeciendo
su amable hospitalidad;
seguíamos insistiendo
en nuestra libertad.
<<Aquí no hay prisioneros>>
-dijo-<<Os podéis marchar,
pero habrá que esperar
que esto se calme un poco>>
Yo me hice algo el loco
porque me quería quedar.
Estaban muy orgullosos
de allí habernos sacado,
pues nos habían salvado
de una certera muerte;
nos habían denunciado
por tener buena suerte.
Jamás supimos quién fue
aquel vil denunciante,
ni que rufián viandante
la denuncia presentó;
por fin todo se acabó,
la situación fue pujante.
<< Todo acabó>>-dijo mi maestro-
<<Soy presidente honorario,
fiel revolucionario
del comité de emergencia;
soy viejo legendario
que actúa con prudencia>>
<< Digo que no tengáis miedo,
mis decisiones respetan
y si algunos las retan
pueden salir escaldados;
siempre habrán desalmados
que en estos casos se metan>>
También nos ayudaron
por su agradecimiento,
porque tenían sentimiento,
por la ayuda recibida
en tan preciso momento
cuando recibían comida.
Si fuimos agradecidos
ellos también lo fueron,
pues no eran unos ingratos;
de nuestras viandas comieron
y amistad nos ofrecieron
olvidando malos tratos.
Porque eran buena gente
mi maestro y su esposa,
gente común y ponderosa;
tenían hasta cultura
y condición generosa
de envidiable lectura.
Mucho aprendí en casa
de nuestros protectores,
fueron días multicolores
de enseñanza y retos;
el maestro me echaba flores,
yo, guardaba sus secretos.
No solo aprendí cultura,
también eso que la mente
empieza a saber pensar;
me enseñó a ser prudente,
a dialogar con la gente,
sobre todo a razonar.
Sabía que algún día
nos iríamos de allí
y mucho quería aprender,
pero humilde comprendí
que el tiempo ya perdí,
pues nunca iba a volver.
No quería saber nada
de números ni de escritura,
y nada de esa cultura;
en cada instante esto quería:
lo que cuesta la montura
para cabalgar cada día.
Se aprende de la vida
sin ningún entendimiento,
los azotes del momento
forjan nuestra identidad;
nuestro pensamiento
va buscando la verdad.
Aprovechaba el momento
y al maestro preguntaba,
al instante contestaba
con soltura explicación;
mi ánimo se extasiaba,
atendía mi razón.
El ansia de saber
en mi había despertado
y al mentor preguntaba
sobre presente y pasado;
nunca fui decepcionado,
pues ilustrado quedaba.
Hablábamos de la calle,
donde el hombre se hace,
donde se curte o se nace;
el camino de la vida
es redil donde se pace
para encontrar una salida.
Abstraído un día me dijo:
<<desecha la violencia
y abraza la prudencia,
pues no somos consecuentes
de nuestra imprudencia,
ya que olvidamos las fuentes>
<<La violencia todo rompe,
la guerra todo destruye,
es caudal que se diluye
y corroe a la gente,
más aquella que no huye
mondada queda su mente>>
<<Debes de ser paciente
y saber dialogar,
deber saber expresar
para exponer tu razón;
siempre debes razonar
para encontrar solución>>
<<Nunca uses la violencia
para exponer tus ideas,
huye de aquellas peleas
con riesgo personal,
si haces bien las tareas
todo será circunstancial>>
<<Defiende tus ideas
con diálogo razonable,
usa buen argumento
de expresión loable,
que lo capte el notable
en cualquier otro momento>>
<<Razona y dialoga
tus ideas defendiendo,
que nadie te vaya hundiendo
en lodazal negrecido;
y nada des por perdido
o iras enmudeciendo>>
No le comprendí alguna vez,
su semántica no entendía
aunque escuchaba fonemas
que el silencio rompía,
pues mi interés presentía,
por ello elegía temas.
Ya no era aquel niño
ocioso y descuidado
que poco iba a la escuela,
ahora era sosegado
con viril rostro aniñado
que su timidez desvela.
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