-¡Carajo! -grité enfadada y él se detuvo, me vio extrañado y noté en su mirada dolor. Yo no quería gritarle, pero ya me tenía harta- Sólo déjame en paz, ¿quieres? Olvídate de que existo, olvídate de lo que sientes por mí. No tiene sentido que sigas intentando algo, ve y fíjate en alguien que valga la pena.
-Tú vales la pena dijo viéndome a los ojos y yo le desvié la mirada-
-Claro que no -alcé la mirada- Todas se mueren por ti, ¿por qué mejor no vas por una de ellas? ¿Por qué demonios tenías que poner los ojos sobre mí?
-Porque no eres como ellas...Tú eres tan diferente y hermosa
Acortó la distancia entre nuestros cuerpos y nuestras miradas se encontraron. El peor error fue sostenerle la mirada, pero simplemente no pudo quitar la vista de aquellos ojos azules. Demonios, él también era tan diferente y hermoso.
Algo temeroso, acarició mi mejilla. Su mano era tibia y yo fría. Me permití cerrar los ojos y disfrutar de su contacto aunque sea unos segundos. El calor de su cuerpo abrazaba al mío que pedía a gritos un abrazo, pedía a gritos un poco de calidez. Mi corazón comenzó a ir rápido cuando sentí sus labios rozar los míos. Su aliento fresco chocó contra mis labios que se debatían entre corresponder o no.
-Nunca te voy a hacer caso -dije sin moverme, temía que si lo hacía mi cuerpo se congelaría-
-¿Ah no? -medio sonrió- ¿Y qué estás haciendo?
-No soy esa clase de chica con la que sales -advertí- Si no vas enserio dime, para divertirme un poco también -dije con la mayor de las sinceridades, aunque sonó atrevido
-Tentador -me besó la comisura de los labios y me estremecí- Pero parece que no entiendes que yo no buscó un solo rato en ti.
-¿Quién querría estar con una chica llena de defectos y tan rara?
-Yo. Es que no entiendes que eso es lo que me enamora de ti -lo miré a los ojos buscando en su mirada algo me indicara que él mentía. Pero no encontré más que verdad- ¿Temes que te lastime? -asentí y bajé la mirada- Te he estado insistiendo desde hace meses que salgas conmigo y siempre me rechazas, te compró regalos y los tiras, te escribo y no lees ni una sola de mis cartas. Y hay miles de cosas más por las que ya no debería estar aquí, siguiéndote. Pero mira. Aquí estoy...
-¿Y por qué no dejaste por la paz el asunto de querer conquistarme? ¿Por qué si lo único que hago es rechazarte?
-Porque yo sé que sientes algo... -dijo muy seguro y no fui capaz de contradecirlo- Si tan sólo me dieras una oportunidad
-¿Por qué no mejor te callas y me besas rápido?
Él sonrió y pocos segundos después sus labios se unieron a los míos con necesidad. Había esperado tanto por un beso de esos labios. Ahora el problema sería dejar de hacerlo.
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