Como presidenta de la Fundación no tenía más remedio que asistir a aquella dichosa reunión. Más de diez horas de viaje en coche para oír a unos pánfilos. Era el inconveniente de estar casada con un hombre rico. Para la ocasión, mi marido me había asignado un nuevo chófer. Un chico joven y guapo. Si, he de reconocer que tenía su atractivo, aunque a esas alturas yo había tenido mejores amantes que aquel jovenzuelo, por lo que, tras una primera apariencia no había despertado nada en mi. La cosa cambio cuando emprendimos el viaje. Se mostró amable y condescendiente en su conversación. Se abrió por completo a medida que avanza el viaje y me dio detalles de su vida privada. Me convenció de que era un buen chico. Familiar, humilde y cariñoso. Había salido de una relación dura y no se planteaba, de momento, estar con otra mujer. Aquella fachada de chico bueno terminó de ganarme. Al instante empecé a fantasear con una noche de placer. Sentí como empezaba a mojar y detuve mis pensamientos. Cerré los ojos y me decidí a dormir un poco.
Desperté con una extraña sensación de mareo y le pedí que detuviera el coche. Salí y pasee un poco por el campo, respirando el aire puro de aquel paisaje. De pronto sentí sus manos en mis pechos. Pensé en zafarme pero en el fondo me gustaba cómo manoseaba mis tetas mientras me decía todo tipo de obscenidades. En ese momento mis bragas estaban completamente empapadas. Me adentró en un bosque de álamos y me aprisionó contra uno de ellos. Baboseó mi cuello y después bajo hacia mi vientre. Subió mi falda y bajó mis bragas para después meter su cabeza entre mis piernas. No se anduvo con rodeos. Su lengua se fue directa hacia mi húmedo clítoris y lo lamió con énfasis. Dos de sus dedos abrieron mi vagina para facilitarle el trabajo y entonces su lengua se adentró sin pudor. Agarre con fuerza su pelo para alcanzar un orgasmo que coincidió con mi despertar. Todo había sido un sueño. Un maldito sueño. Me sentí entonces acalorada y él lo notó.
-¿Se encuentra bien señora?- Me preguntó mirándome por el retrovisor
- Si, solo ha sido una pesadilla- respondí mintiéndole.
Verdaderamente había sido un dulce y placentero sueño. Mis bragas en cambio, lo habían vivido como si fuera real. Estaban increíblemente mojadas.
(Continuará)
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