¿Qué te hizo ascender en el sentido equivocado?
Tus alas no están hechas para horadar el sueño de los muertos, ni tampoco tu frágil pico que enmudece asestado por la consistencia de un núcleo insonoro.
Perdida la mitad de la visión del mundo, has de elegir, entre la oscuridad somera de un tálamo que tarde o temprano profanaran los vientos, o la luz tibia que endulzará tu canto una jornada más afianzándote en las alturas de cuyos vértigos dependes para poder desplegar tus ansias de existir.
Perdona mi llegada y también mi marcha, fui como el declinar de la luz bajo el cielo encapotado y mi fuerza la tormenta que arranca, voz de trueno y mirada de rayo. Tu suerte primero acogí y luego actúe movido por el aserto de lo conveniente y me aleje, para siempre, de tu lado. Nunca indiferente pero sí ignorante de tu destino que al tomarte entre mis manos cambié y con mi pensamiento he guiado hacia la paz de mi regazo.
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