Ella

Ella. Cada vez que quiero deshacerme y lanzarla a lo más profundo del infierno, vuelve y me enmaraña, me cerca en sus finos labios de ajonjolí y su mirada de puta irresistible.

Sí, estoy hablando de “ella”, con cuerpo de copa y pensamiento asesino, devoradora de almas.

Esa maldita mujer que puede hacer que el odio ame, que la tristeza esté  feliz y que Dios se alíe con el diablo.

Ella que la única forma de deshacerme de su esclavitud es asesinándola con una estaca en el pecho como los antiguos.

Ella que tiene el poder de liberarse de mi pero yo no de ella.

Ella que su muerte será mi liberación, por eso la ansío con desespero.

Ella que puede hacer que el mundo funcione al revés y detener el tiempo.

Ella hace que las personas de infinita inexistencia vengan y no tengan paz.

Ella puede lograr que las fábulas sean reales, que los ensayos no tengan conclusión y que la Biblia sea entendible.

Ella la más ramera de todas pero dama al igual.

¡Ansío su muerte!, así como las plantas anhelan la lluvia, como el pobre desea al rico, como dios desea al humano.