Aquí estoy, trabajando en mi ruidosa y apresurada oficina y con los sentimientos a flor de piel queriéndose salir sin cuestionarse si pueden o no abandonar su morada; ellos no piden permiso ni avisan, solamente se asoman y se imponen ante cualquier obligación y llegan sin previo aviso ni invitación.
Seco lágrimas sobre mis mejillas.
Intenté volver a mis labores rutinarias y concentrarme en mis pendientes pero este temblor que mi piel, mis huesos y hasta mi cerebro sienten no me deja en paz; este dolor inmenso e íntimo sigue rebozándose por todo mi ser y mi cuerpo de un lado a otro y en esta marea de calor, ansiedad y deseo… mi alma llora con sentimiento porque está melancólicamente triste y también feliz de darse cuenta que aún y a pesar de saber que tú... corazón, estás arrugado y sombrío, puedes sentir!, aún tienes la capacidad de percibir de pedir y darte en completa inconsciencia, porque estás vivo.
Sin embargo y aún a pesar de los reflejos cálidos que cada mañana el sol regala a mi cuerpo y a mi ser inerte, mi alma se siente fría y sin ganas.
Te quiero vivo corazón… Sigue latiendo.
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