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Los primeros frios
(despues del veranito alentador)
son realmente crueles,
son como unos cuchillos, enormes y afilados
que no permiten nisiquiera a un rayito de sol
asomarse por el hueco de la cerradura.
Los primeros frios
a veces desesperan tanto a nuestras piernas
que estas en invierno no son capaces
de correr a los bostezos matinales.
Los primeros frios son dignos
de sofocarnos bajo bufandas,
bajo buzos y remeras.
Por suerte esto sucede
solo en los primeros frios.
Despues vienen los segundos frios,
y los terceros frios...
y los frios infinitos...
Pero a esa altura
ya estamos desnudos de tanto amarnos.
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