ISO ABRAZADO A LA LUNA

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Willians... ¿Qué clase de nombre era ese para un oso? Recordaba cuando vivía en su querido bosque y se llamaba, simplemente, Oso.

Allí era feliz persiguiendo abejas para robar su miel, jugueteando con los salmones del río y fastidiando a su madre.

Un día, apareció por el bosque un tipo con una gran nariz. Oso creyó que era un oso hormiguero y quiso jugar con él pero su madre le mandó correr y llamó la atención del tipo aquel. Se oyó un estampido y mamá osa murió.

Vinieron más osos hormigueros y sus estampidos acabaron con Oso Viejo, Oso Riente, Oso Alegre, Oso Audaz, con... todos y él, joven aún, se quedó sin nombre.

Por eso agradeció que aquel nuevo grupo de osos hormigueros solo lo durmiesen.

Despertó en un sitio frío, aséptico, donde todo era inosal y no había vida. ¿Dónde estaba?

Pasó los siguientes años de su vida en aquel lugar donde aprendió muchas cosas pero perdió la naturaleza. Tan solo la luna, que veía a través de una pequeña claraboya, le mantenía el recuerdo de sus bosques y sus ríos.

Le enseñaban maravillas, le alimentaban con pastillas, le ponían muchas inyecciones. El seguía soñando con sus bosques a través de esa luna que le acompañaba.

Un día le trajeron unas preciosas zapatillas blancas con bandas doradas. Tenían la suela dura y pesada pero le encantaron. Era su primer regalo.

Aprendió a andar con ellas y cuando todas las cosas flotaban a su alrededor, el seguía pegado al suelo.

Un día oyó que servían para andar por la luna, por esa que veía por su ventana y empezó a soñar...

Una noche, cuando vinieron a limpiarle su habitáculo, él estaba soñando con su luna y no retiró la pata del suelo cuando lo fueron a mojar. Katy, la chica que limpiaba, también debía estar soñando sueños. Confundió la manguera del agua con la del CO2 y le criogenizó la pata. La chica lo sintió muchísimo y lo acompañó hasta que vinieron los médicos por la mañana y lo curaron. Perdió la pata y se preguntó: ¿Que significará esto para mi?. Se le escapó una lágrima mientras buscaba su luna.

Sin embargo, Cintya, la jefa del proyecto, no renunciaría a él, a los años de entrenamiento, ni a lo que había conseguido aprender. Decidieron, para mantener su “gravedad”, inyectar metales pesados bajo su piel. ¿Qué pensaría su Luna? Pero habían dicho que el objetivo era que llegase a ella y él soñaba con ese día. La necesitaba y solo era feliz cuando la tenía a la vista.

 

Era noche de luna llena. Ella brillaba en las alturas y un rayo de plata caía sobre su traje y su escafandra, otros dos regalos que le habían hecho.

Katy vino muy nerviosa. Limpió rápidamente y se fue. Oso se dio cuenta de que Katy, en su prisa, no había cerrado con cerrojo la puerta de su habitáculo, la única que se cerraba en aquel lugar.

La abrió. Echó una mirada a “sus” cosas y muy lentamente, salió a la calle cojeando con su única zapatilla, en busca de su luna.

Y la encontró allí. Brillante. Tan cerca. Majestuosa en medio del estanque. Una lágrima rodó por su piel en tanto se metía en el agua para abrazar a su amada. Su única compañera.

Y con la luna abrazada, Oso se hundió en el estanque. Su única zapatilla y los metales pesados de su cuerpo lo llevaron hasta el fondo por un sendero brillante de luna y Oso, feliz en ese abrazo de luz, dibujó una sonrisa y mientras sus pulmones se anegaban de agua, soñó.

Soñó que ahora ya podía entrar en el paraíso donde estaban los suyos porque ahora, ya tenía un nombre de oso.

Los encontraría y les diría: -Hola. Soy Oso Abrazado a la Luna.

Y murió feliz


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