Un extraterrestre en nuestra vida
Dedicado a quien es…
Ocurrió la noche de un sábado, gobernando Mercurio la casa de Géminis, y su llegada nos cogió por sorpresa a pesar de los regulares avistamientos acaecidos en los últimos meses. El pequeño alienígena era una personita de color rosado y enormes ojos grisáceos que peinaba a lo Julio César el escaso cabello de su abultada cabeza. Manejaba un lenguaje basado en quejidos y balbuceos imposible de descifrar ni tan siquiera para conocer su nombre foráneo, por lo que decidimos referirnos a él como Pablo, que significa el pequeño, nombre por otro lado más que apropiado pues superaba por poco el medio metro de altura.
Pablo no era un ser en absoluto peligroso, mostrado por contra una indefensión y dependencia tan extrema que movía a la compasión y protección desinteresada de su pequeña existencia. Y es en este punto cuando aviso a quien se le cruce en su camino un pequeño extraterrestre como el que habita nuestras vidas desde aquel sábado de junio: estos diminutos seres poseen poderes extraordinarios con los que alienan a sus anfitriones. Doy fe de ello. Desde que Pablo irrumpió en nuestro exclusivo mundo de dos se ha convertido en la estrella en torno a la que gira nuestra existencia, subyugándonos; anteponiendo su vida a la nuestra. Y tal es su fuerza de atracción, tal el cariño que nos llena, envuelve y atrapa, que no nos importa en absoluto. Quedáis avisados.
B.A., 2.015
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