Dios no puede ser una invención dado que el ser humano por naturaleza no comulga con el sometimiento. Si por el miedo a la muerte o para consolarnos por la pérdida de seres querido, seríamos capaces de imaginar miles de escenarios diferentes para el más allá, pero nunca un Reino donde nos someta un ser superior. Por muy bueno o malo que nuestro patrón sea, siempre preferimos estar si patrón. Por ello, Dios debe haber dejado suficientes y convincentes argumentos para creer en su existencia.
En los legados de las civilizaciones antiguas que conocemos hoy en día, existen evidencias de seres peculiares que por sus habilidades y poder de acción eran considerados como Dioses. Desde los Sumerios a los Egipcios, pasando por los griego y Romanos... todas esas civilizaciones recibieron conocimientos y doctrina por medio de Dioses gnósticos. Quedando reflejado en su arquitectura, conocimientos astronómicos, modos de sustento y otras muchas más.
Las civilizaciones o pueblos más pequeños o incluso insignificantes, no recibieron esas enseñanzas. De ahí que por ejemplo, hubieran minorías que se amoldaban al entorno, mientras que las adoctrinadas adecuaban el entorno progresando a una escala descomunal respecto a esas minorías. Hay que resaltar que esos dioses gnósticos impartían conocimiento, pero no les proveían de herramientas o tecnología. De esa forma respetaban la naturaleza de la obra del Dios creador. Aprender es algo que está en nuestra naturaleza, la que el Dios creador nos proporcionó.
Dios creó a los seres humanos en el edén de la galaxia, dándole comodidad y sustento sin esfuerzo, sin necesidad de conocimiento. Pero un Dios correcto no podía negarles la oportunidad de elegir, ya que hizo al hombre libre. Por ello puso a su alcance el árbol del conocimiento y el amor que podía hacerles más felices, pero también padecer la infelicidad. el ser humano tiene parte del gen de Dios creador, y no se conforma con lo recibido una vez ésto es de forma habitual. Quiere abarcar más, y la forma que disponían para recibir más era el fruto del conocimiento y el amor. y naturalmente comieron el fruto. Tras ver las reacciones de los humanos en el Edén, Dios entendió que habían comido del único fruto que les había pedido no comer.
Adanes y Evas vivieron su penitencia en el mundo terrenal donde habitaban los ángeles caídos Estos seres habían sido desterrados del Reino de los cielos por su conducta y estaban castigados a padecer el mal y el bien en sus carnes y pensamientos. Al tener el conocimiento del amor, perpetuaban sus males mediante el acto carnal. Ese amor que también les obligaba a cuidar y proteger a sus descendientes, haciendo eterno su castigo Cuando los hijos de Adanes y Evas se mezclaron con los desterrados, crearon linajes mixtos y siguieron sus estirpes. Dios volvió a fijar la mirada en su creación y decidió dar la oportunidad de redimir sus pecados y librar alma del mal terrenal a todos los humanos, ya que la mezcla de linajes los había convertido a todos en hijos de Dios Esta vez sería menos condescendiente y estipuló un dogma que salvaría o castigaría a los humanos según sus actos. Entonces envió a uno grupos de ángeles de dos castas diferentes. Los llamados dioses gnósticos y profetas. Los Dioses gnósticos impartían el conocimiento y las habilidades. Los profetas predicaban el dogma en la vida que Dios exigía a los humanos para redimirse
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales