Un día cualquiera

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En una abarrotada cafetería del centro de Madrid, una pareja de mediana edad desayunaba en la mesa del rincón junto a la cristalera. Él: café y croissant, ella: descafeinado con tostadas. El estridente sonido de vasos y platos al chocar solapaba la información del informativo matinal en la televisión. Un agradable olor a café flotaba en el ambiente y la voz del camarero se erigía sobre todo lo demás pidiendo comandas sin cesar. La calle era un hervidero de gente y los coches chillaban en su enfurecido lenguaje absortos en su habitual carrera diaria.

Cada uno leía un periódico distinto, vestían de manera diferente y eran de ideas opuestas, pero se amaban. Cuando sus ojos se encontraban saltaban chispas, y no hacía falta que hablaran para decirse que se deseaban.

Ella dobló el periódico con cuidado y le observó.

- Ayer cuando me crucé contigo en el pasillo ni siquiera me miraste.

Él levantó la vista sobre la sección de deportes y se encogió de hombros.

- Ya sabes que no podemos hacerlo, sospecharían.

- Sí, pero sólo una mirada fugaz me bastaría.

Dejó el periódico sobre la mesa, la cogió de las manos, la atrajo hacia sí y la besó.

- Primero es una mirada fugaz.- dijo con esa sonrisa que tanto le gustaba.- después un saludo con la cabeza, más tarde una pequeña charla sin importancia, mañana un roce de manos al cruzarnos y al final acabaremos en el baño retozando como colegiales, y no me mires así, sabes que pasará.

La periodista de la televisión se esforzaba por informar sobre los escándalos políticos del momento. Ambos la miraron con desdén durante un segundo y volvieron a lo suyo.

- ¿A qué hora sales hoy?

- Tarde.- dijo él con desgana.- tenemos lo de la comisión de investigación. Alfredo quiere que empecemos cuanto antes. No sé por qué tanta prisa, ni que fuera a sacar algo en claro.

- Entonces tendré que ir yo a recoger a los niños, voy un poco justa pero creo que llegaré.

- Bien. por cierto ¿Cómo aguanta Mariano el chaparrón? ¿Va a dar la rueda de prensa?

- Creo que no; estan como pollos sin cabeza, no saben qué hacer. Hay mucha basura y el olor se esparce en muchas direcciones, aunque no te lo puedo asegurar, no estoy tan cerca de ellos.

- Bueno, supongo que se arreglaran.- dijo guiñándole un ojo.- Te toca pagar.

- ¡De eso nada!.- protestó.- Ayer pagué yo.

Él soltó un gruñido de desaprobación y sacó un billete de 20 euros. Le hizo un gesto al camarero que se acercó a toda velocidad pidiendo un zumo de naranja para la mesa ocho mientras agarraba el billete como un depredador caza a su presa.

- Me voy yendo.- dijo levantándose.- tú quedate cinco minutos mas si quieres.

Ella lanzó un triste suspiro.

- ¿Cuanto tiempo estaremos así? Algún día me gustaría llegar contigo cogida del brazo.

- Creo que es mejor que sigamos así, cielo. Estaremos fuera de suspicacias, miradas y sobre todo, mentiras. Ya sabes cómo son los de tu partido.

- Le dijo la sartén al cazo.- respondió muy seria.

Se inclinó y le cogió la cara con las dos manos, mirándola a los ojos.

- Te quiero.- dijo y la besó.

- Yo también te quiero.

Observó cómo se alejaba esquivando a la multitud y perdiéndose entre ella.

"Haré por cruzarme con él por los pasillos. Le rozaré la mano, seguro que sonríe. El diputado más atractivo del Congreso, sólo tiene un defecto: Es de la oposición".


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