LOS ANALES DE MULEY(1ª PARTE) (18)
Por YUSUF AL-AZIZ
Enviado el 02/07/2015, clasificado en Varios / otros
1072 visitas
XlX
La guerra seguía su cauce.
Eran días de desconcierto.
fue tiempo incierto
de odios y envidias,
una guerra sin concierto
henchida de perfidias.
Se iban abriendo los frentes,
con dureza se combatía
y la vida se perdía;
los rebeldes avanzaban
y todo lo ocupaban,
la gente miedo tenía.
Del norte al sur cálido,
del este al oeste frío,
la sangre corría como río
con su fuerza natural;
lecho de cauce bravío
de llanura infernal.
Del suelo español
sangre y odio afloraba,
la lucha se afrontaba
sin miedo a la muerte;
con tristeza se apelaba
los designios de la suerte.
España era un campo
de batalla sin premisa,
pues quería ser concisa
en tiempo duradero;
así todos tenían prisa
de andar por su sendero.
En aquel jardín florido
se marchitaban las flores
y se enterraban amores,
era edén abonado
de aflicciones y horrores
de un pueblo condenado.
Aquella ardiente sangre
que sus hijos derramaban,
sus horrores reclamaban;
tristes y sollozos cantos
al cielo se escapaban
convulsivos en sus llantos.
La España histórica
de sólidos cimientos
y dignos pensamientos,
se estaba resquebrajando;
se humillaba sentimientos,
luces se iban apagando.
La España única,
la de Isabel y Fernando,
se encontraba llorando
porque su eterno amor
permanecía amando
a un ramo multicolor.
La España tradicional
de rezos y pandereta,
transfiguró su careta;
su dignidad salvadora
configuró su treta
al ser la gran vencedora.
El pueblo libertario
peleó por su libertad,
defendió su verdad;
al Facio cara plantó
con sublime dignidad
y su sangre derramó.
Y la sólida España
resquebrajada estaba
y apenada lloraba;
sus hijos iban muriendo,
triste ella se contemplaba
como iba sufriendo.
Porque todos eran hijos.
Cuando un retoño muere,
su progenitora adquiere
un estado de aflicción
que quiebra su corazón
y penas siempre se adquiere.
La muerte siempre aflige.
Perder a un hijo mata,
la madre al recuerdo se ata,
se mustia su corazón;
su amargura delata
su total tribulación.
A España le dolía
hasta el mismo aliento,
porque en cada momento
su sangre se derramaba,
se hundía en sentimiento,
su dolor llanto afloraba.
España era una madre
con su corazón partido,
al viento iban dos verdades
por un sendero perdido
que llevaban al olvido
las muchas penalidades.
Ardía nuestra patria,
más la guerra continuaba,
el frente se desgastaba
en sólidas posiciones,
pues con furia se luchaba
rompiendo corazones.
Larga fue la contienda,
alto nuestro sufrimiento
y nuestro pasar lento;
lo más florido murió
en ese absurdo evento
que el Facio provocó.
Las dos Españas lucharon
con honor y valentía
defendiendo ideales,
murieron con hidalguía
cada noche, cada día,
en momentos infernales.
Se establecían posiciones,
se consolidaba el frente,
se desgastaba la gente
en una lucha atroz;
se atrofiaba la mente
y se apagaba la voz.
Ninguno el alto echaba,
más la lejana victoria,
haciendo memoria,
se inclinaba por un bando;
ha quedado en la historia
un triste pueblo llorando.
Se luchaba por la victoria
humillando al enemigo
y exaltando al amigo;
otros por la libertad,
porque llevaban consigo
la enseña de la verdad.
Y volvió el albor,
el viento se lo llevó,
lejos lo difuminó;
fue leal compañera
y por ella se luchó,
pues fue digna bandera.
Si la lucha fue bravía,
en las tierras ocupadas
surgía odio y muerte;
represalias alentadas
por perfidias atrapadas
en su malévola suerte,
Se mataba por venganza,
por odio o por ideología,
y el pueblo moría
o quedaba esclavizado;
la gente temor sufría
y temía su estado.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales