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Aquel atardecer me gire involuntariamente, en medio de un lecho de hojas otoñales que terminaba cubriendo un pavimento inerte e indiferente. Recorría una calle completamente desierta. Contenida ésta a su vez en una colmena de cruces de trayectorias sin transeúntes. Mi mirada errática estaba motivada por un único pensamiento: olvidé besarte…
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