Eres mi debilidad. 2.

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Estaba nervioso. Estúpidamente nervioso. Llevo dos horas esperando. No paraba de encender la radio, y volverla a apagar. Apenas aguantaba 10 segundos escuchándola. Encendía el cigarro y lo volvía a apagar. Cierro el puño y golpeó ligeramente el retrovisor.

Echo el asiento para atrás. Aún no podía entender cómo es que había tardado tanto tiempo en haberla cogido de esa manera en la que la había cogido hace un rato. Bueno, ya más de dos horas y media. Había sido una semana muy larga.

La sangre empezaba a bajarme a los pantalones, y en un momento me empezaron a apretar sin compasión.

Sólo deseaba tomarla encima del capó y hacerla gemir y que dijera mi nombre. Que lo dijera una y otra vez. Pero no sólo hoy. Todos los días.

Al fin, se abre la puerta trasera del bar. Y empiezan a salir todas aquellas preciosas mujeres, con cuerpos que quitaban el aliento, con conjuntos que hacían que la imaginación volará en cualquier hombre.

Allí esta. Con su bolso de cuero, y un vestidito demasiado provocador. Y sólo pensaba en ella sin el.

[*]

Veo su coche a lo lejos. Aún siento su aliento en mi cuello. Me entra calor al volver a revivirlo. Y ligeramente empiezo a notar humedad en mi tanga. Llego a su ventanilla y me agacho cuando baja la ventanilla.

-¿No vas a subir?

-¿Debería hacerlo?

-¿No estás segura Myriam?

Me muerdo el labio, no sé qué hacer. Sí. Había estado genial lo de antes. Incluso es genial verle allí; sin la camisa esperándome. Igualmente ya no podría irme en el autobús.

-Vale, gracias por llevarme.

Me siento en los asientos de cuero negro. Un poco alejada de él, porque no paro de dudar.

Pone el coche en marcha y pisa el acelerador.

[*]

Llevábamos más de diez minutos sin hablar. Me ponía nervioso tenerla ahí en mi terreno. Desde mi sitio veo parte de su escote. Sus pechos turgentes que deseaba agarrarlos con mis manos. Desde hace un rato se está quedando dormida.

Decido poner mi mano en su pierna. No lo rechaza, e incluso separa un poco las rodillas.

Me sorprende.

-Myriam sino quieres, lo entenderé. Pero llevo dos horas deseándote. Deseándote tanto. Besarte... Morderte... Acariciarte.

Se acerca hacia a mí. Y pone su mano en mi entre pierna.

-Dilo Daniel. Dilo y seré tuya todos los días.

Sus dedos están tocando suavemente el capullo de mi pene. Cojo aire, y la miro un momento. No lo podría tener más claro.

-Eres mi debilidad.

No duda en hacerlo, y entonces agacha la cabeza mientras me va desatando el pantalón. Apenas puedo concentrarme en la carretera. Así que giro en el camino y aparco debajo de un árbol. Noto como mi pene está en su boca.

Hecho el asiento hacia atrás, mientras la miro. A cuatro patas, jugando conmigo.

Como abre la boca y poco a poco se la mete entera. Apenas puedo pensar con claridad. Como la saca, y al final besa mi punta con cariño. Y lo vuelve a hacer una y otra vez.

Cierro los ojos.

-Mírame Daniel.

Vuelvo a abrir los ojos y la veo desnuda. Con sus pechos perfectos, y su pelo suelto, solo con un tanga de encaje rojo. La cojo de la cintura y la pongo encima de mí. Ese encaje que tapaba su sexo, me estaba volviendo loco. Le separo el tanga, y la acaricio. Esta húmeda.

Le meto dos dedos en la boca, y después se los introduzco a ella en su sexo.

Pone en mi cuello sus manos y me empieza a gemir en la oreja. Esto me pone tan cachondo que muevo la mano más rápido.

-Eres mi debilidad Myriam. Mi debilidad.

Noto como una de sus manos va a mi miembro, y empieza a subir y a bajar su mano. Saco mi mano empapada de ella y dejo que me monte. Mueve sus caderas lentamente, el pelo le cae sobre los hombros, y tiene una mirada picarona. Me incorporo y le beso en la clavícula, en el cuello, empieza a moverse más rápido.

Abro la puerta del coche y la cojo en brazos. Se me van cayendo los pantalones, pero me da igual. La pongo encima del capó. Empiezo a besar su cuello, su clavícula, su pecho. Le separó las piernas para ver su sexo reluciente y mojado. Me arrodillo y le beso en la ingle.

Y poco a poco me voy acercando a su sexo. Saco la lengua y empiezo a lamerla. Ella me agarra del pelo, mientras que mi lengua sube hasta su clítoris. Estaba notando su sabor recorriéndome la lengua.

Me vuelvo a incorporar y ella se tumba sobre el capó. Acerco su cadera a la mía y la penetró. Esta vez lentamente, para que la sintiera dentro de ella.

Se agarra con sus manos los pechos y los aprieta. Me vuelve loco. Suelto sus piernas y le agarro de los hombros, y esta vez la embisto fuertemente, vuelvo a hacerlo una y dos veces. Sus pechos rebotan y apenas puedo aguantarme más. La cojo y le doy la vuelta, para tenerla boca abajo en el capó mientras sus pechos reposaban en él.

Vuelvo a penetrarla, con una de mis manos le agarro las muñecas y con la otra acaricio su espalda. Le doy un leve cachete.

Notó como se vuelve a correr.

No para de gemir.

No para de temblar.

Mientras que la estoy follando, haciéndola mía.

De repente arquea su espalda, y aprovecho para cogerla de sus pechos y correrme dentro de ella.

Me tumbo a su lado, en el capó frio. Ella se apoya en mi pecho y suspiró al notar que esto era lo que quería..

-Eres perfecta.


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