Fragmento
Ilusiones pasajeras. Esa es la mejor forma de describir a las personas que pasaron por mi vida antes de él. Solía encapricharme con alguien, y poco a poco me iba desilusionando, decepcionándome porque no eran como yo había imaginado que eran, sus besos ya no sabían igual, y en sus ojos no encontraba aquel brillo que llevaba tanto tiempo buscando.
Lo conocí hace poco más de dos años. No voy a mentir diciendo que lo supe desde el primer momento en el que lo vi. No. Poco a poco fue llamando mi atención, y me gustaba la forma en que buscaba hacer cosas que me gustaban y la forma en que me miraba aveces cuando estábamos distantes. Me gustaba ese sentimiento, ya lo conocía, me iba ilusionando y sentía esas pequeñas cosquillas en el estómago cada vez que lo veía, cada vez que me sonreía, cada vez que hablábamos, e incluso cada vez que pensaba en él. Me sentía como en una montaña rusa que solo subía. Pasaba el tiempo, y por costumbre estaba esperando a que hiciera algo, algo que me decepcionara, que me hiciera ver que el no era como yo imaginaba, que otra vez mi mente me hacía ver cosas donde nos las había.
Pero no. Esta vez era diferente. Aun siento cosquillas cuando lo veo, y cuando me mira con ese brillo en los ojos que tanto había soñado, me abraza transmitiéndome ese amor que tanto había deseado. Me conoce, y como sabiendo lo que rondaba por mis pensamientos me dice sin palabras que esta vez no es como las anteriores. Me ha hecho dejar de esperar a que venga el siguiente, que no hay siguiente, porque en el porfin lo he encontrado.
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