Despropósitos de año nuevo
Por Olivino
Enviado el 09/07/2015, clasificado en Reflexiones
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Mientras en el cristal las últimas gotas luchaban por no caer dejando un rastro vertical de su breve existencia, un sol naranja arañaba las nubes para volver a abrirse paso en aquella tarde fría de últimos de marzo.
El levanto de nuevo la mirada hacia la ventana desde la que cada día contemplaba el mundo y una vez más cayó en la cuenta de que desde esa atalaya la censura del edificio que tenía enfrente le obligaba a verlo todo del revés a través de los cristales de su fachada. Entonces cerró los ojos e intentó recrear los movimientos reales de cada una de aquellas cuadrículas. Pero cuando llego al tercer piso, segundo despacho por la derecha, empezó a crear su propia realidad, y las nubes comenzaron a deshacerse como el humo y el gris plomizo del cielo pasó a ser de un azul brillante y limpio. Poco a poco desaparecieron los marcos de aluminio que encerraban en celdas a las gaviotas que volvían a tierra para buscar su refugio nocturno después de pasar el día en el tranquilo mar turquesa persiguiendo peces exhaustos tras conseguir escapar de las redes del pequeño pesquero del que solo pudo distinguir a contra luz su silueta en el horizonte. El sonido del aviso de su teléfono le hizo abrir los ojos, en el mismo momento en el que el faro del cabo norte lanzaba su primer destello. Cuando terminó de leer el mensaje, comprobó que las gotas habían vuelto al cristal y la notaría del segundo había encendido las luces.
Mientras retomaba su tarea, en la pantalla aun se leía “Lamento comunicarle que la promoción de año nuevo finaliza hoy y no hemos recibido su confirmación de asistencia. Esperamos poder contar con usted en próximas ocasiones. Gracias por su interés desde Cruceros Atardecer”.
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