Es negra como una noche sin luna. Caliente como las entrañas del infierno. Daña órganos y juega con las emociones. Destructora y creadora de relaciones. Amada hasta la obsesión por algunos, odiada con desesperación por otros. Menos que una comida, pero más que cualquier alimento.
Jamás la humanidad tuvo una relación tan ciclotímica con algo tan simple y efímero como un simple grano. Motor para todas las expresiones artísticas (en especial la que usamos todos en este lugar).
El café es, fue y será siempre un elemento imprescindible en cualquier tipo de decisión tomada, tanto individual, como socialmente.
Se acepte o no, el café permanecerá como una parte fundamental de nuestras vidas, moviendo meticulosamente los hilos del destino, mientras se esconde muy furtivamente en una humeante y silenciosa taza.
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