Relato de una muerte anticipada

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Miro mis manos... Mi piel de repente se ha tornado rugosa, sin vida... Tengo miedo de verme al espejo, de mirar mi cabello cano y sin color. Mis ojos, esos ojos que alguna vez brillaron tanto hoy sólo están muertos, perdidos, divagantes... Esa boca que pronunciaba tu nombre con alegría ya no sonríe más.

El corazón... Ése lo he buscado en todas partes... en la lluvia, en el cielo, en la tierra, en la mirada de un niño, en la caricia del viento, en el trinar de las aves... Pero no, sólo son trozos de vagos recuerdos perdidos, de esperanzas fallidas, de sueños rotos.

Una lágrima resbala en mi mejilla... Y ése es el único indicio de vida que queda a esta alma marchita que muerta en vida está.

Sacudo mi mano, me miro, cada parte de mi cae a pedazos... Brota de mi carne un putrefacto aroma... Los gusanos invaden poco a poco todo mi cuerpo... Los recuerdos llegan a mi mente... Llanto, dolor, ira... Los gritos de mi padre, el llanto de mi hijo... Mi cuerpo cayendo inerte y golpeando contra el frío suelo...
En mi mano, sólo un trozo de papel apretado fuertemente y un puñado de palabras mal escritas... "no se culpe a nadie de mi muerte, fue el amor el encargado de ello."

La ira me invade de nuevo, siento arder mi pecho al recordar cómo me fui abandonando en lugar de luchar, cómo fui perdiendo una a una las esperanzas y las ganas de vivir... Fui una flor marchitándose antes de tiempo... Guiñapo humano permitiendo que los hechos ocurridos ganaran en lugar de luchar y vencer... Muñeca rota tirada a la basura del dolor y la desesperación...

Sí, la muerte tenía que llegar... Y en su momento fue una bendición pero ahora que quiero vivir y volver a sonreír ya no se puede... Hoy que quiero disfrutar a mi familia, a mis amigos ya no estoy.

Ojalá lo hubiese hecho.

Pero ¿cómo iba a saber que no se cuanto tiempo después de mi muerte iba a necesitar de ello?

No, ya no tiene remedio... Ya la fría tumba en la que me encuentro me tiene prisionera... Ya los gusanos carcomieron lo poco que quedaba de mi humanidad... El dolor mató mi espíritu... Y el tiempo, ése que perdí ya jamás volverá.

 

Malu Ramírez 


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