Era un comportamiento abusivo, intransigente, y “Dios”, la pobre Nuria estaba “realmente aburrida de todo”, y aquello no era sino más arena que amontonar cuando tuvo la visión suficiente- pues cerraba los ojos cuando se estresaba- como para ver que otra conversación eterna o tal vez leve no iba a ser capaz de hacer absolutamente algo- y no nada- ni siquiera exigiendo de ella un mínimo de provecho.
El asunto se resolvió con la apatía que cabía esperar de Nuria cuando la propia Nuria sabe que es incapaz de contenerla, y el perder un amigo- y no por enfado, sino por descubrir que eso no es ser un amigo, sino acaso un hombre- no le hacía levantarse de la cama; aunque, al fin y al cabo, ¿por qué habría de buscar un motivo, o tan sólo de buscar, o sencillamente de existir dicho motivo?
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