Los juegos del placer

Nos encanta el bondage y los juegos eróticos para parejas, estábamos casi en el culmen de nuestro deseo, en ese momento que parece que ya no puedes más, pero ahí seguimos alargando un poco más el placer, no queriendo llegar al orgasmo esperando que uno de los dos ceda y por fin podamos consumarnos juntos en un orgasmo de leyenda.

La situación en ese momento era la siguiente: ella de rodillas en la cama, pies y manos atadas, con las manos a la espalda, en los ojos mi corbata, para que no pudiera ver mis ocurriencias. Gemía sin que hiciera nada, tan solo unas palabras bastaran para que me pidiera que le hiciera el amor, le di algunos cachetes en el culo, mientras mi mano izquierda acariciaba su intimidad. Me pedía mi lengua, parecía que quisiera follársela en vez de besarla, me encanta y a ella parecía gustarle más aún. Me coloqué detrás de ella y comence a penetrarla lentamente, podía entrar del tirón pero lo hice suavemente y sin meterla del todo algo que a ella pareció no gustarle, intentó, sin éxito, meterla dando un arreón hacia atrás con sus caderas, pero no hubo manera.

Mi lengua acarició una vez más su más que húmeda intimidad, hacía tiempo que no la veía así, me preguntó de nuevo que por qué no le daba lo que tenía que dar, me volví a colocar a su espalda de nuevo, esta vez se la metí del tirón, tenía una mano en su clítoris y otra en una de sus tetas y así le hice el amor hasta corrernos juntos.

Al terminar, ella quiso seguir y como regalo le hice sexo oral, le pedí que si hacíamos un 69 hasta corrernos los dos y accedió de buen grado... Una vez que terminamos, nos preparamos un baño y los dos queríamos más guerra pero eso ya es otra historia...