Nos conocimos hace tanto tiempo. Aún recuerdo cuando te dije que me gustabas. No me creía capaz de hacer algo así jamás, pero simplemente sentía que el amor me salía por todas partes. Una tarde me dijiste que también me querías, pero que las cosas no podían ser todavía, que no era el tiempo adecuado.
Pero me sonreíste y me dijiste que te gustaba, y de vez en cuando tus miradas cuando nos veíamos me hacían creer que dentro de ti había algún tipo de amor para mi.
Cuando me enteré que estabas con ella se me vino el mundo abajo, verlos tan felices me hacia sentir miserable. Tenía que soportar verte tomado de su mano sonriéndole como soñaba que me sonrieras a mi, profesándole con la mirada todo el amor que había soñado que era para mi.
No te culpo. Éramos prácticamente unos niños. Logre soportar dos años de aquel horrible sentimiento. Nunca te olvidé. Nunca. Así que cuando apareciste después de dos años estaba lista para recibirte, pensando que esta vez si estabas listo, que esta vez si me ibas a querer de verdad.
Aún recuerdo aquella inocente carta que te envié... "Te amo", decía, jamás le había dicho eso a nadie, fuiste el primero. Pero para ti no significaba nada. Me elevaste a una nube de la que después no sabia como bajar. Mi corazón volvió a llorar. Esa noche en la que escapé de casa para verte y no llegaste aun sigue en mi recuerdo tan clara como si hubiera sido ayer. Volviste con excusas vanas que mi corazón enamorado no dudo en creer. Las cosas seguían sin funcionar, y veo ahora tan claramente que simplemente yo te quería más, como pude haber sido tan ciega, tan estúpida.
Cuantas veces no recordaba con lágrimas en los ojos aquella noche en la que me dijiste
-No puedo más, me has hecho sufrir demasiado. No puedo seguir con esto.
Cuantas noches lloré sintiéndome culpable, creyendo aquello que me habías dicho y que no era verdad. Era culpable de haberte querido con todo mi corazón, haber estado siempre ahí, sin importar nada. Era culpable por esperarte siempre, incluso sin estar segura de que ibas a venir. Era culpable por haberte hecho mi mundo y mi todo, sin pensar en nada mas, a ciegas como cayendo por un abismo esperando que al final estuvieras tu recibiéndome con los brazos abiertos diciendo aquello que siempre había soñado que me dijeras.
El amor nos hace estúpidos. Incluso ahora después de haberte perdonado mi corazón todavía permanece cerrado, temiendo que alguien me cause un daño similar al que me causaste y todavía no puedo olvidar.
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