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-Ha muerto.
Ya no había nada que hacer. Mi padre pateó la pared en una mezcla de dolor e impotencia. El sonido de los sollozos retumbaba por todo el pasillo del hospital. Era pequeña pero sabia perfectamente lo que estaba pasando. Eran las dos de la madrugada. Salí al balcón y vi como una paloma parecía haber salido por la ventana en la que estaba su cuerpo.
Una brisa sorprendentemente fría golpeo contra mi y puedo jurar que escuché como en un susurro
-Siempre estaré contigo..
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