Mi hermana

Es extrañamente difícil, obscuro, maléficamente retorcido y macabro ver la muerte de tu hermana. Me enorgullezco que así sea y me produce placer recordarlo. Imaginárosla a ella, virginal y desparramada en la cuneta como a un desecho cualquiera. Me excita mi propia crueldad y siempre lo hará. ¡Esta puta se lo merecía!

No creo que esté loco y tampoco no es que sea un adolescente embriagado por las hormonas de la pubertad, pero si de ciertos sucesos que han corrompido mi evolución como persona. Ustedes no saben nada de esta vida embustera en la que viven. Forrada de un brillo plástico y material. Me ha golpeado duramente y me ha convertido en un farsa hipócrita que reniega de todo el mundo y de la iglesia que aceptó mi confesión de asesinato a cambio de dinero.

Es grave lo que estoy exponiendo pensaréis, pero en tal caso, de una proporción relativa. ¿Queréis que hable de dictaduras? ¿De estados democráticos que con mentiras maquilladas van a la guerra por negocio? ¿Me ordenaréis que me calle porqué soy un asesino? ¡Vosotros sois banales y superfluos! ¿Os es fácil imaginaros mi hermana decapitada, eh? Seguro que sí. ¿Y tres millones de personas muertas por vuestro presidente? ¡Me apuesto mi apestosa vida que no!