Dos Caminos

Ella lo amaba con todo su corazón. Habían pasado cinco años, los cuales estuvieron llenos de esperanzas, amor y dolor. Las cosas fueron como fueron. Poco a poco ella perdió todo ¿Su peor error? Amarlo.

Ella siempre supo que él no la quería, al menos no con la misma intensidad. Y que el amor que ella sentía no bastaría, no llenaría el vacío de ese cariño hueco que él le ofrecía.

Pasó el tiempo y se crearon dos caminos: él eligió el izquierdo sin mirar atrás. Ella sabía lo que él quería, tomó el derecho pero dejó su corazón a mitad de camino.

Usualmente ella iba al comienzo, donde ambos tomaron rumbos distintos, simplemente con la esperanza de verlo, deseaba que él siguiera pensando en ella, que viera que todavía lo amaba. Pero a la vez  se detestaba por seguir amarrada a él. Se preguntaba si esto era amor u obsesión.

- ¡Por favor ya déjalo atrás es hora! -le pide su amiga con el corazón en la mano.

Ella se fue y volvió nuevamente al principio del camino. Esta vez no se quedó sentada entre los dos rumbos como lo hacía usualmente, sino que comenzó a caminar por primera vez por el lado izquierdo tan descuidadamente  que se tropezó. No tenía fuerzas para levantarse. Se quedó allí sentada, bajo la guardia y las lágrimas que contuvo por tanto tiempo empezaron a desbordarse por sus ojos.

Comenzó a recordar todo: la primera vez que su sonrisa, esa verdadera sonrisa que la llenaba de felicidad, hizo que su corazón latiera rápidamente. Por  primera vez su pecho latía así  por otra persona. Cuando pensó en “te amo” y esa simple palabra la guardó en los más profundo de su corazón.

 Recordó cuando sintió su chaqueta cubriéndola del frio y a la vez de la soledad. Él le permitió volver a creer. Y luego, su primer beso… el único que compartieron y  el cual fue capaz de detener el tiempo. Todo eso ella lo aprendió de él. Al mismo tiempo, su mente recordó sus palabras: “no te quiero”.

- ¡Ahhhhhhhhhhhh! -un grito desgarrador salió desde el fondo de su alma acompañado de lágrimas y desesperación- ¿Por qué, Dios? ¿Por qué tengo que seguir amándolo? ¿No te das cuenta del dolor que esto me provoca? ¡No puedo más! ¡Estoy tan cansada! ¡Nada de lo que hago aleja su recuerdo de mí!

Ella bajo su tono de voz pero seguía hablando consigo misma.

- Él me pidió que siguiera mi vida, que fuese fuerte y no me aferrara, porque no tenía nada que darme. ¿Cómo voy a ser fuerte? No puedo…  al menos no cuando veo que se está lejos de mí. Te vas y no te importa si tomo otro camino, si me quedo con el alma rota y nada de esto te detuvo. Elegiste un camino diferente. Uno al que ya yo no pertenezco.

Ella cierra sus ojos, se dice a sí misma que todo está bien. Se lo dice tantas veces hasta creérselo. Se levanta y sabe que tiene que darse la vuelta y volver al lugar donde pertenece. Sus lágrimas brotan, siente como está desmoronándose para evitarlo.

- ¡Hey! ¡Dijimos que todo está bien! –grita.

Camina rumbo al principio del camino. En un momento se detiene y ve  hacia atrás con la esperanza de que este volviera por ella, con ganas de correr y aferrarse a él. Toma toda su fuerza y antes de arrepentirse de su decisión, comienza a correr sin ver atrás. Solo piensa “adiós, mi amor”.

Pasaron los meses. Ella no puede olvidarlo pero sigue con su vida. El dolor es soportable. A veces no está por días pero cuando vuelve, llega con  gran intensidad. Ellos se han visto un par de veces. Por su parte, él siguió con su vida. Se ve feliz e incluso una nueva persona está entrando en la suya.

A ella la vida le cambia con nuevos tropiezos y más raspones. Conoce a personas nuevas.  No conoce a ningún hombre que la haga sentir esa sensación de amor y felicidad que él provocó en ella, pero eso no es ya un problema. En ese periodo de tiempo conoció y empezó a amar a alguien incluso más importante que él… y esa persona no fue otra más que ella.