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Las estaciones duran lo suficiente como para hacerte olvidar el resto; el calor del verano se esparce como una única memoria y algo en ti te dice que siempre ha sido verano, que el invierno fue un sueño de escalofríos en una noche destemplada, que la primavera se agoto junto al primer rocío del alba, y que el otoño nunca existió, solo hojas ajusticiadas por el sol, revueltas por el viento de una fugaz tormenta. Algo te susurra que nada acaba, que solo tú, que te agotas lentamente, luchas con arrebato y huyes cobardemente; que el verano es eterno en el infierno y la muerte una nevada cumbre impensable.
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