Sentado, solo, en una mesa en la cantina del club, después de la, habitual, hora de natación, pensaba que alguna cosa desagradable me iba a suceder.
Lo presentía. Tenía 28 años, salud perfecta, trabajo, muy bien conceptuado en él y ganando dinero como nunca, esposa y tres hijos espléndidos, en armonía con familia de sangre y política, casa recientemente estrenada, auto 0 km flamante, sin deudas.
Algo estaba mal. El País convulsionado, el mundo en crisis y yo, ahí, sin un problema. Mejor dicho con un problema solo: la ausencia de problemas.
Eso no era natural. Intuía, tenía la sensación de que algo me iba a suceder. Que algo ominoso se estaba gestando. Un infarto, un accidente, la pérdida del empleo, es decir, un suceso desgraciado o, por lo menos, desagradable estaba incubando y no demoraría en salir a la luz.
No era neurosis, era premonición.
Alguien se sentó a mi lado, en la mesa:
-Permiso. Vos no me conoces –
Era un tipo de buena presencia, moreno, alto, de cuerpo atlético aunque no muy favorecido de cara y de edad similar o apenas menor a la mía. Extendió su mano derecha y se presentó:
-Enzo, mucho gusto.-
-Un gusto- respondí perplejo.
-Bueno. Claudia debe haberte hablado de mí.-
-No, que yo tenga presente.-
Puso una expresión de “dar poco crédito a lo que oía”, a la vez, de fastidio y disgusto:
-Pero ella me prometió que te contaría todo, sobre nosotros dos. Así es más complicado para mí.-
Sentí, una especie de sensación de alivio, que el temido suceso desgraciado estaba, por fin, saliendo a la superficie: mi esposa me engañaba. Con el “musculoso” que tenía adelante. Era un ”golpe bajo” pero, sin duda, más leve que un infarto o un accidente trágico.
Sobrevino la intriga de porque él venía a verme, suponiéndome ya desasnado por mi esposa (su amante). Reprimí reaccionar, sólo fingí curiosidad, creo que sin ser demasiado convincente, por haber acusado el impacto:
-¿Por qué no me contas todo vos, Enzo? –
Me pareció que tenía más ganas de irse que de quedarse.
-Bueno, no sé. Bueno, no hay mucho que contar: nos conocimos-
Yo, a ese punto, estaba invadido por una especie de voluptuosidad del sufrimiento: quería saber todo, y ya, sin dilaciones, aunque me costara ser arrasado por los detalles.
-¿Dónde, se conocieron?-
-En la guardia de la clínica pediátrica. Soy pediatra. Ella había llevado uno de los nenes que, por descuido, se había tomado las píldoras para la hipertensión, del abuelo.-
Recordé el episodio, afortunadamente, sin secuelas para mi hijo.
-Unos cuantos días después, nos encontramos por pura casualidad, en un shopping-
Creo que suspiré, bajito. Él me miró como para adivinar lo que estaba pensando: “¡Ahora se explican las interminables salidas, de tarde, para compras, mientras yo trabajaba y los chicos estaban en jardín de infantes. ¡Se iba a que la atendiera el doctor!!”
Enzo siguió contando:
-Sucedió. No lo pudimos evitar. Conversamos, ella me ayudó a elegir una camisa, tomamos un café, quedamos para volver a vernos a los dos días y… sucedió.-
-¿Dos cafecitos y ocurrió? ¿Así de sencillo?-
-¡Nooo! Ella se resistió bastante, ¡Muuucho!!! Tuve que remar como loco. La verdad. –
-Gracias por la delicadeza, por intentar preservar mi ego. ¿Cuánto tiempo hace que viene … sucediendo? –
-Cuatro meses, día más día menos.-
-¿Adónde iban, digo, adonde van, día más día menos …. a coger?-
Aun me pregunto cuál era, para mí, la importancia del dónde.
-A hoteles, a veces a mi departamento y, también, cuando vos estás de viaje, en en tu casa. Pero ojo, lo nuestro no es sólo sexo, sobretodo es….-
Estuve a punto de cortar la conversación y darle el afuera:
-¡Me imagino!!! -
“Muy considerado este Enzo, coge con mi mujer y, a veces, me usa la cama, mis toallas y demás comodidades. No me extrañaría que haya descubierto donde guardo los preservativos.“
-Convinimos no seguir ocultándote la verdad. Ella te tiene cariño y te respecta mucho. Pero no se ve en el rol de mujer para ser compartida. Está decidida a la separación, de la mejor manera, para afectar lo menos posible a los chicos. Por eso vine hoy….-
Sí. Los hijos. “tendré preservarlos lo más posible del trauma de la separación, vigilar que este HDP no los perjudique y…..¿y si pido la tenencia? Ella es la que se entreveró con otro”
-Claudia te iba a hablar sobre lo nuestro, ayer. Supongo que le debe haber faltado el coraje. Ella me contó que vos venías, al club a esta hora y yo quería……-
“No, no tuvo el coraje,….y te dijo que tiene ojos para un solo hombre seguro, uno por vez será Anoche los tuvo para mí, cogió conmigo como en los mejores tiempos con toda la garra y la fanfarria de danza de pelvis, de gemidos, exclamaciones, monosílabos y orgasmos gritados a viva voz” estaba pensando cuando Enzo, se le ocurrió decirme:
-Escuchame Carlos, vos tenes que reaccionar. No es el fin del mundo, ¡cheee! . Lo siento mucho pero divorcios suceden a toda hora. Andá para tu casa y conversalo con Claudia. Despues, si queres… -
-¡Escuchame vos!! En primer lugar guardate tus consejos, metételos donde no entra el sol ¿Entendiste? Vos ya hiciste tu parte para adornarme la cabeza ¡Tomátelas antes que yo te eche a patadas en el culo!!-
Enzo se incorporó, sin siquiera amagar una réplica (menos mal, con los músculos que tiene, el pronóstico no era para nada favorable para mí.).
Antes que se alejase de la mesa:
-¡Ahhh! Para que sepas, acá cornudos hay dos.-
Me miró como quien espera una aclaración, sobre algo que no entiende.
-Sí. No sé qué te dijo todo este tiempo, pero lo concreto es que Claudia siguió cogiendo conmigo estos cuatros meses y, no quieras saber, cuanto entusiasmo y garra le puso, en particular, en el polvo de anoche. Se supone, según vos, que ayer no debía haber ocurrido, que ella no quería más “lola” conmigo, sólo con vos. ¿Por qué habrá sido que se prendió y con tanta exaltación y fogosidad?–
Me dio la espalda de un modo abrupto y se encaminó a la salida. No le vi la expresión de la cara al irse.
Una vez nuevamente solo, me acerqué al mostrador de la cantina.
-Pancho, servime un coñac doble, por favor. –
Era la primera vez, que pedía una bebida alcohólica.
-¿Problemas, Carlitos?-
Demoré unos instantes en escoger las palabras:
-¡No…ningún drama!!! Tenía un mal presagio y acabo de enterarme, por fin, que dejó de ser un presagio, ocurrió. ¡Que se le vas a hacer! Sorpresas te da la vida, la carne es débil.-
Pancho, prudente, no siguió indagando, me sirvió el trago y se dispuso a atender otro socio.
Transcurrieron varios meses desde el insólito diálogo en el club.
Claudia y los nenes siguen en casa, la afición y asiduidad, de ella, a la acción en cama conmigo no decayó.
Hablamos de Enzo sólo la noche del día que lo vi, y nunca más. “según ella había sido sólo una debilidad,…a la cual yo, había contribuido, al dejarla sola demasiado tiempo, nunca pensó en ” Nunca sabré la pura verdad, sin las tergiversaciones defensivas de Claudia.
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