El parquet

La soledad a veces implica ciertas situaciones que van ligadas a la trascendencia de una ética y una moral, construidas en la falsedad del subconsciente verdadero. El libre pensamiento encuentra obstáculos y derribarlos  con inteligencia es un orgasmo de calibre colosal. Me gusta pensar en el hecho de que lo inesperado va a ser con lo que tu, apreciado lector, té excitarás en tal punto que como la mantis religiosa macho, morirás para una buena causa, aunque de ignorante inocencia…

Solo se escucha el chapoteo de los peces y mi respirar. No se cuanto voy a aguantar. Exploto en la desesperación. Me zamarreo  y agito la cabeza como un animal loco, pero después de un rato me calmo. Me pongo las manos a la cabeza para soportar el peso del dolor y como si instruido por la magia chamán estuviera, lo agarro y lo meto en un retrete con rabia. No sé me quita esa opresión craneal. Es una diarrea simbólica sin fin. Estoy sentado en el borde de una silla intentando decidir que hacer y luchando ante una apabullante oleada de tortazos psicóticos, entrenados en el arte de la seducción maligna. Soy una persona demasiado sentimental para ser un cínico caprichoso egoísta y no te podré volver a mirar nunca más. Esto lo tengo claro, pero ahora voy a estar solo y tengo que racionalizar la situación. Sinceramente no sé como proceder: ¿Alguien sabe como quitar la sangre de un parquet?