Mis manos bajo su falda

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Recibí una llamada de una cliente que hacía algunas semanas le hice un presupuesto para remodelar una propiedad de ella a las afueras de la ciudad, me dijo que por fín tenía el dinero suficiente y que fuéramos a ver la casa para afinar detalles.

Así lo hicimos y aquel día por la mañana la recogí en mi auto para tomar camino. No la recordaba bien pues solo la vi una ocasión y lo cierto es que su belleza era muy superior a lo que recordaba, su rostro tachonado con algunas pecas que le daban un aire infantil.

Pero una figura que quitaba el aliento al mas plantado, sabedora de su atractivo usaba una falda muy corta de gran vuelo ( esas que se alzan fácilmente al viento mostrando todo lo que la imaginación previamente intuye) Se sentó a mi lado ágilmente y por el camino nos fuimos conociendo, ella cruzaba las piernas con coquetería dejando subir la falda sobre sus muslos sin ningún recato, el sonido de sus pantimedias rozando entre sí, cada que se movían, hicieron efecto en mi iniciando una erección que temía fuera descubierta de inmediato.

No tardó en darse cuenta y creo le pareció divertido, así que continuó con sus movimientos provocativos, se volteó hacia el asiento trasero para dejar ahí los papeles que llevaba empinando su cuerpo y levantando sus trasero hacia mí, permitiendo que el vestido subiera hasta mostrar la línea de sus nalgas, cubiertas apenas por el nylon de las medias, usaba tanga así que entre mi vista y sus curvas no había obstáculos, la costura de las pantimedias se deformaba entre la raya de las nalgas llevando mi mirada hasta lo más profundo de su paraíso. Difícil me resultaba mantener la vista en el camino, me toque el pene con la intención de apaciguar mi excitación (o tal vez lo contrario).

Volvió acomodarse en su lugar observando de nuevo mi pene como para comprobar que tanto me había estimulado.

Humedeció sus labios con la lengua mostrando que la excitación la estaba invadiendo también. La respiración de ambos era entrecortada y el silencio entre nosotros era tenso, sin embargo continuamos el camino hasta llegar a su propiedad, permitiendo a nuestros pensamientos alterados, tomar poco a poco la cordura.

Al entrar a la casa, notamos el evidente deterioro de la misma y el trabajo que hacer por delante, el patio central se encontraba inundado y nos impedía el paso al fondo del predio, ¿que hacemos se preguntó ella? propongo lo siguiente me descalzo remango mis pantalones a los tobillos y te cargo hasta el otro extremo para que no te mojes, ¿estas de acuerdo? buena idea contestó, después de quitarme los zapatos me acerqué a ella para cargarla mientras pensaba la mejor forma de hacerlo, su aroma de mujer me embriagaba, tenerla frente a mi esperando mis brazos, aún recuerdo su mirada coqueta que parecía preguntar como lo haría. Sin más puse mis dos manos por debajo de su corta falda sujetando esas nalgas redondas que ya me provocaron antes pero que ahora podia sentir, la redondez de su culito y la textura de las pantis me pusieron de a 100 una vez más, ella rodeó mi cuello con sus brazos y la levanté en vilo, me enredó sus piernas a la cintura y sentí su sexo rozando al mío, solo esperaba que ese patio fuera eterno y no llegara al final nunca.

Pero llegamos al otro extremo del patio, la bajé lentamente manteniendo mis manos en sus nalgas frescas y apetecibles alzando hasta la cintura la falda, fue ahí donde ya nos dejamos llevar por el deseo y ella hizo lo propio al bajar el cierre de mi pantalón, para descubrir aquello que había sentido muy cerca, me masturbó con gran habilidad, se volteó de espaldas y le acerqué mi pene al culito tallándolo si bajar las pantimedias, después de todo habia límites que decidimos no pasar, mis dedos tocaron suavemente su vagina la tanga pequeña me permitía sentir los labios suaves y húmedos de su feminidad, aún tenía mis pantalones remangados así que la escena era un tanto ridícula, pero continuamos hasta que me corrí sobre sus nalgas, los gemidos de ella eran cada vez más fuertes, creo que llegamos al orgasmo en ese encuentro, al mismo tiempo.

Ambos recobramos la compostura suspiramos satisfechos y continuamos revisando la casa.

Algo es seguro yo seré quién la remodele.

 


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