En el baño de mi trabajo con Rodrigo

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Por fin… después de meterme los dedos en mi conchita en nombre de mi compañero de trabajo, al fin pude ser clavada por el sexy diseñador gráfico Rodrigo Perdomo.

En el relato pasado les conté que soy de esas chicas calientes que les gusta follar, masturbarse, y más, cuando pensaba en mi compañero de cabeza rapada, gafas de marco amarillo, abdominales marcados y delicioso culito musculoso, quien con solo saludarme provocaba que me mojara de forma descomunal.

El esperado momento llegó hace una semana. La verdad, ya me había dado por vencida con Rodrigo y solo me limitaba a follármelo en la mente.

Para ese día escogí una falta de talle alto negra hasta la rodilla y una blusa amarilla, solté mi cabello y me puse tacones cerrados negros. Como nunca, me levanté temprano, el transporte estuvo ligero y llegué con 45 minutos de adelanto a mi trabajo. Rodrigo estaba en su puesto “porque quería adelantar trabajo”. Lo saludé con un besito y me senté un rato con él.

Cuando llegó el silencio incómodo, supe que era el momento de comérmelo y como una metralleta mi boca disparó “desde hace varios meses me masturbo pensando en ti en mi cama y en el trabajo”. Rodrigo abrió los ojos y soltó una carcajada irónica. Lo desafié y con voz de arrecha le dije, “si no me crees te espero en el baño y te muestro”, me levanté, caminé, me quité la ropa interior y la dejé colada en la manija de la puerta del lavado.

Cuando él llegó a los sanitarios yo estaba sentada con las piernas abiertas y mostrándole sin ningún pudor mi concha. “¿Te gusta así depilada?”, le pregunté. Me contestó desabrochando su pantalón y liberando ese vergón de cabeza roja y tan gruesa que parecían dos en una. Se acercó y me la metió en la boca sin dejarme respirar. Su sabor era tan dulce que no me cansaba de chupársela, no quería detenerme. Después lamí sus bolas, la sensación era diferente, me encantaba lo que sus vellos nacientes le provocaban a mi lengua y sus jadeos inflaban mi ego porque era la respuesta a mi excelente mamada.

Paré en seco cuando sentí que su leche venía. Él me miró con cara de dolor pero era mi turno de gozar. Me puse de pie, subí una de mis piernas en el lavamanos y lo obligué a que se arrodillara y comiera mi conchita. “La voy a mamar tanto que te vas a venir como enferma”, dijo. La verdad no me importó su novia o que estábamos en el trabajo, me concentré en mi placer y en verlo como pasaba la lengua por el clítoris. Era un experto mamándomela y en hacerme chorrear. No contento con poner a temblar mis piernas, Rodrigo abrió mis labios inferiores y metió su calientica lengua en mi húmedo huequito. “¡Oh siiii… que rica!” lo incentivaba para que me cogiera más con su boca.

Estaba en el momento más alto del éxtasis cuando Rodri se detuvo, se levantó, alzó mi falda, se escabullo en medio de mis piernas y me clavó duro en cuatro frente al espejo del lavado. La cabeza de su polla era tan grande que sentía cómo destrozaba las paredes de mi concha. “Ay, por favor más despacio”, le supliqué pero se puso más cachondo porque me culeaba con más fuerza y jalándome el cabello. “Eso era lo que querías verdad perra… que te clavara desde hace meses… crees que no me di cuenta…”, me recalcaba entre jadeos y embestidas. “Quiero ver tus tetas… son tan grandes que me quiero venir en ellas”, aseguró. Me desabotoné la blusa y saqué los senos sobre el sostén. Mis pezones estaban duros y se campaneaban entre cada metida. En un momento me erguí y él tuvo la libertad de masajear mis tetas y verse en el espejo. Creé más carga sexual quitándole sus lentes y poniéndomelos. “Te cambio la venida en mis tetas por un final feliz en mi boca”, le propuse.

Ese trato fue como un detonante porque enseguida la sacó, me tiró contra el piso, puso su pedazo de carne en mi boca y se vino. Era la leche más rica que había tomado y me la tragué íntegra, sin derramar una gota. En todo momento lo miré a los ojos, incluso cuando limpiaba con mi boca su polla de los restos de mi chuchita.

Rodrigo se subió sus pantalones, me ayudó a levantar y como trofeo se quedó con mi ropa interior. “Nunca te la devolveré”, me anunció y salió del baño con mi panty en su bolsillo. A los 10 minutos lo hice yo y faltando 5 para las 8 de la mañana ya la gente comenzaba a llegar. Todo ese día la pasé pensando en mi primera follada en el trabajo y a las 4 pm regresé al baño y me masturbé, pero está vez me grabé con los dedos adentro de mi concha y le envié el video con el mensaje: “Recordando lo de esta mañana y con ganas de más”.


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