Sin pensar

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- ¡Qué sí! Tiene que salir bien. -La voz de Silvia sonaba desgarradora a través del hilo telefónico.

- No te pongas nerviosa, solo quiero que lo pienses bien, que mires al futuro e imagines cómo podría resultar todo.

- ¡Qué manía con mirar al futuro! ¿Qué pasó con aquello de disfrutar del presente...? ¿Ya no está de moda?

Apenas cinco minutos más duró su conversación. < ¿Qué demonios les pasa a todos? ¿Es envidia? Por fin tengo una relación que me llena, le miro y sé que es él, ¿tan difícil es de entender?>. Silvia no paraba de dar vueltas por casa, el siguiente paso debería ser el más fácil. Cogió su teléfono móvil y tecleó: Tenemos que hablar, he tomado una decisión. Casi sin tiempo de haber sido leído, oyó cómo un mensaje llegaba a su buzón: ¿Tengo que preocuparme? Quedamos donde siempre en diez minutos, tengo un rato.

Silvia decidió ir caminando. Lo dejaría todo, a su familia, a sus amigos... su futuro. Tendría que buscar un trabajo que le permitiera no depender de nadie. En ese momento su conciencia apareció, llevaba demasiado tiempo ausente: < ¿tan difícil tiene que ser el amor? ¿tan complicado si realmente es el verdadero?>. Cerró los ojos y continuó caminando de camino al pequeño hotel donde siempre se encontraban.

Llamó a la puerta y Sergio le abrió. < ¿Cómo podría resistirme a esa mirada que me dice todo lo que puedo necesitar saber?>. Se abalanzó sobre él y sintió cómo sus lenguas se enredaban. Una corriente la recorrió de pies a cabeza cuando esas masculinas manos abrazaron su cintura de avispa estremeciéndola. Sergio la llevó a la cama y se tumbó sobre ella. Silvia podía sentir su erección por ella,humedeciendo su entrepierna imaginando lo que estaba a punto de venir. Le desabrochó despacio su camisa y sus perfectos pechos, esos con los que tanto soñaba Sergio, se mostraron frente a él. Los saboreó, los recorrió con las yemas de sus dedos mientras oía cómo Silvia comenzaba a gemir suavemente entrecortándose su respiración. Comenzaron a frotarse y Silvia dejó de pensar, su conciencia estaba dormida y solo su cuerpo parecía tener el control. Desabrochó la cremallera de Sergio y liberó su sexo endurecido por ella. Lo acarició suavemente, rozando con delicadeza su glande provocando que sobre ella, Sergio no pudiera evitar besar su labio inferior mientras la miraba y se movía más rápido. Le subió la suave falda de verano e introdujo sus dedos en ella, húmeda por él y deseosa de mucho más. Sin pensarlo más se puso de pie y se quitó la ropa. Volvió a colocarse sobre ella y susurrándole al oído cuánto la quería su sexo pudo sentir esas paredes tan cálidas y ávidas de él. Cuando Silvia sintió cómo su sexo se hacía aún más grande dentro de ella se arqueó consiguiendo que sus orgasmos se fusionaran e invadieran toda  la habitación. Se miraron y Sergio cayó a su lado jadeante.

Se levantaron y se dirigieron a la ducha. Enjabonando a Sergio, Silvia no pudo aguantar más tiempo en silencio.

- tenemos que hablar...

- No, por favor, no me dejes. Sé que es complicado, nunca he sentido nada así, nunca he congeniado tanto con alguien..., tanto en la cama como fuera.

- No dejas muy bien a tu mujer... para qué te voy a engañar.

- Te he explicado cientos de veces qué pasó entre nosotros, cómo solo pensaba en los niños y dejó de lado nuestra relación.

- No quería hablar de eso..., solo quería comentarte que esto no son unas vacaciones..., que la semana que viene no volveré a casa. -La cara de estupor de Sergio no escapó de la conciencia ya despierta de Silvia.

- ¿A qué te refieres? No entiendo nada...

- Voy a venir a vivir aquí, he estado mirando pisos y puedo permitírmelo... al menos durante un tiempo. Después, ¡Dios dirá! -El estuporpor en Sergio cambió a terror, sí era terror.

- Pero... ¿vas a hacerlo por mí?

- No estoy equivocada con esto, te quiero, estoy enamorada de ti, de alguna manera u otra conseguiremos que esto funcione. -Sergio la abrazó mientras el agua corría sobre ellos y volvieron a ser uno.

Silvia volvió al hotel feliz, orgullosa de llevar a cabo su plan. Conocedora de las dificultades, pero con fuerzas renovadas. < Es normal que sintiera miedo al principio, su vida también va a cambiar, ya no soy solo una veraneante>. Salió a cenar algo antes de meterse en la cama, comenzaba una nueva vida llena de esperanza junto al hombre que quería.

Cuando amaneció se sintió feliz, sus fuerzas seguían intactas y quería ponerse en seguida a buscar su futuro hogar. Mientras veía en el portátil ofertas, metros cuadrados, pasaban las horas y no sabía nada de Sergio. Bajó a comer y le llamó. Nada, Apagado. La tarde transcurrió entre más fotos y más ofertas. Volvió a llamar. Nada. Ya en la cama, con la oscuridad de la habitación sobre ella, oyó un mensaje: "Lo siento, no puedo, no me odies. Vuelve a casa, será una historia maravillosa para el recuerdo. Te echaré de menos".


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