Tentáculos de realidad surgen como lo hacen aquellas armonías que cobran presencia progresivamente sin provocar nuestra atención consciente. Tentáculos que derrotan la pequeña resistencia que anida en nuestras fatigadas manos, las mismas que abren un paraíso cercano si dos quieren, si la luz abarca la antesala de nuestras sensibilidades.
Ya pasó el momento, se retiró el fuego de sus ojos, y también después del paso del tiempo la piel es el tatuaje del alma, melodía como miel impresa en nuestros poros. Su mirada retaba al desierto grisáceo donde caen de modo acompasado los minutos, ya quedaron yermos. Cada una de las huellas que nos legó el aliento de quien quiso amar, no ha dejado de derrotar ese tacto metálico que la realidad filtra indiscriminadamente en nuestro interior, a pesar de todo. Muchos seguimos esperando el canto de las Sirenas porque necesitamos despertar del silencio perpetuo, robarle un amanecer al tiempo.
Por unos instantes, que se congelaron en el tiempo, tuvo la sensación de que sus dedos jugaban hasta perderse en sus rizos, pero ella ya no estaba allí.
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