El día se presentaba normal, mucho frio y el gris del cielo, hacia días no dejaba pasar la luz del sol.
Mi humor estaba como el tiempo cambiante, pero sobrevivía a la rutina de cada día.
Hoy sería un día como tantos. Abrí la puerta de la oficina y entre encendiendo la calefacción,
Estaba helada, prepare la cafetera y el olor a café casi diría me despertó de mi somnolencia.
Me serví una buena taza y encendí el computador como todos los días miraba mi correo antes.
Mi jefe no tardaría en llegar con su buen humor que a veces hasta me parecía irreal.
Nunca lo había visto enojado o gruñón. Pero era muy enfático en sus cuentos los cuales ya me
conocía de memoria a lo largo de mis once años a su lado y de los cuales, ya no sabía como hacer
para reír y hacer como que era la primera vez que los oía .
Eso me produjo cierta ternura. Sabía lo difícil que todo había sido en su vida y admiraba esa
capacidad de conservar la cordialidad el respeto y el humor.
Era un buen trabajo, me sentía cómoda y agradecía cada día haber tenido la suerte de obtenerlo.
La mañana transcurría tranquila un llamado no importante y algún informe por terminar me
mantenían ocupada. El café recorrió mi cuerpo entibiándome y me sentí bendecida.
Pensaba en mi vida no había sido del todo mala conmigo, algunos fracasos y fallos, algunas
pérdidas dolorosas, cosas inevitables en el camino, pero en realidad tenía más para agradecer
que reprochar.
El timbre de calle me sobresalto y me trajo a la realidad, era insistente y cuando abrí la puerta o
sorpresa....... Mi jefe traía en sus manos una caja de cartón y sonriendo me la entrego y me dijo
lo encontré en la basura dentro de un contenedor.
Me estremecí solo de pensar lo que podría haberle sucedido, cuando, gruñendo de entre un
montón de diarios y trapos sucios y viejos, sacudiéndose y abriendo su boca sale un
cachorrito de pelo blanco y patas color café, mirándome, con unos ojos que desarmarían hasta el
más duro de los duros. Acerco su nariz fría para a olerme y saco su áspera lengua para lamer mi
mano que lo acariciaban con amor. La conexión fue inmediata ambos nos sentimos unidos como
por una extraña atracción. Le di un poco de agua estaba sediento y prepare una leche tibia.
una leche tibia.
Seguro aún estaría tomando teta de su mamá cuando lo apartaron de ella, eso me rompió el
corazón. Se la bebió, casi sin respirar y su pancita se hinchó, camino unos pasos y vi que su andar
era muy gracioso, aun inestable y se sentaba mirando todo a su alrededor. Mordía el tacón de mis
zapatos y se trepaba por mis piernas a darme besos y a buscar mimos. Pasamos el día juntos.
Cuando mi jefe apareció nuevamente en mi oficina horas más tardes. Sabía que ya tenía un
cachorro en su casa y que este lo llevaría a la veterinaria para que alguien más lo adoptara.
Cuando lo vio, su cara se iluminó, allí, corriendo y mordiendo todo a su paso, saltando sobre sus
Pequeñas patas, estaba su pequeño milagro, eso lo lleno de emoción y sonriendo mientras lo
levantaba en brazos me dijo......
-Este es MILAGRO el nuevo integrante del staff de la empresa.
Desde entonces en las mañanas ya somos dos para el café Milagro y yo.
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